Histórico

La Madre tiene su milagro

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20 de octubre de 2009

Ocho muletas cuelgan en una de las paredes exteriores del que fuera el dormitorio de la madre Laura Montoya, en su santuario de Belencito.

Las dejaron ahí quienes, por su intermediación, pudieron dejar de usarlas.

Y quienes no tenían efectos personales para dejar ahí, colgaron placas.

"Hermana Laura, gracias por los favores recibidos", dicen la mayoría de éstas. Son cientos, del suelo al techo. "Gracias madre Laura", "Gracias beata Laura", por solucionar un problema, por una enfermedad sanada, por oír una petición...

Al mes, cuenta la hermana Flor, unas 500 o 600 personas se pasan por el santuario para orar o pedirle algo a la madre Laura, beatificada el 25 de abril de 2004.

Y por estos días sus fieles y devotos se aumentan, pues hoy se cumple el aniversario número 60 de su fallecimiento. "Tuvimos la novena y mañana (hoy) será la fiesta principal, con una misa solemne, a las 4:00 de la tarde", contó la hermana Herminia.

El trabajo de la beata
Las misioneras de la Madre Laura están presentes en 19 países de tres continentes: América, Europa y África.

Enfundadas siempre en su hábito gris se encargan de llevar las enseñanzas de esta mujer que escribió 19 libros, entre ellos, una autobiografía.

Son ellas, las Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena, orden que fundó la Madre Laura, las que se encargan de mantener con vida la memoria y el trabajo de esta jericoana, cuyos restos descansan en el propio Templo de la Luz, como denominó la iglesia que, en su momento, dominó la cima allá en Belencito.

Y ahí, en el sepulcro donde reposa, hay tres fechas marcadas: 1874, 1949 y 2004, los años de su nacimiento, muerte y beatificación. En Colombia, solo ella y el padre Marianito, han logrado este estatus.

Su milagro
Para que la madre Laura fuera beatificada pasaron más de 40 años.

Ahora continúa el proceso de canonización, es decir, que la madre Laura sea considerada una santa.

En Roma se estudia un milagro con el que salvó la vida de un médico.

"A él se le perforó el esófago y llegó a estar completamente incapacitado", cuenta la hermana Surama Ortiz, secretaria general de la comunidad.

Como médico, este hombre sabía los riesgos y consecuencia de la operación a la que debía ser sometido para curarlo, secuelas de por vida que reducirían su calidad de vida. Y pese a que en tres ocasiones lo llevaron al quirófano, la intervención no se pudo hacer.

Él se encomendó entonces a la madre Laura y poco a poco fue recuperándose.

"En las endoscopias se ven las perforaciones", cuenta la hermana Surama. Y ya no las tiene, ya está curado.

Esto ocurrió entre marzo y mayo de 2004.

Este caso ya fue examinado por médicos del Vaticano, sin embargo el proceso aún es largo y faltan varias revisiones y etapas para que se llegue a una conclusión final. ¿Cuánto tiempo falta?, imposible saberlo. Pero lo cierto es que con la madre Laura, hay fe de sobra.