La ola de secuestros en México
Grupos cívicos están organizando una marcha de cientos de miles de personas el 30 de agosto para protestar por el aumento de secuestros violentos que está azotando a México, y que impulsa a un número creciente de mexicanos adinerados a emigrar a Miami, San Antonio y otras ciudades estadounidenses.
La indignación colectiva se debe en gran medida al muy publicitado secuestro y asesinato del joven de 14 años Fernando Martí, hijo de un conocido empresario.
Consternados por la noticia, alrededor de una docena de grupos cívicos respaldados por empresarios prominentes acordaron realizar una marcha el 30 de agosto en varias ciudades del país, bajo el lema "Iluminemos México''. Los manifestantes irán vestidos de blanco y encenderán velas para sensibilizar al país -y a sus líderes- sobre la necesidad de hacer algo contra los secuestradores.
Según cifras oficiales, el número de secuestros aumentó un 9.1 por ciento durante los primeros cinco meses de este año con respecto al mismo período del 2007. Mexicanos Unidos contra la Delincuencia, un grupo constituido por víctimas del crimen hace más de una década, dice que esa cifra representa un aumento del 40 por ciento desde el 2006.
Muchos expertos atribuyen este incremento delictivo al hecho de que cada vez más narcotraficantes están cambiando de actividad para dedicarse a la industria de los secuestros, en parte debido a la reciente ofensiva militar contra los carteles de la droga.
Además, la corrupción y las luchas internas que cunden en los 1.660 organismos policiales de México -muchos de cuyos miembros activos y retirados son parte de la industria de los secuestros- y la rampante impunidad de la que gozan los criminales han agravado el problema.
Elías Kuri, el organizador de "Iluminemos México", me dijo que se conmovió con el secuestro y la muerte del joven Martí, y que decidió hacer algo al respecto. "Lo primero que pensé es que tenía que hacer algo antes de que me ocurriera algo así a mí, o a mi familia'', señaló.
Mi opinión: las marchas públicas ayudarán, pero hará falta mucho más que eso. Se requerirán grandes aumentos de salario para la policía federal, mayores recompensas por información sobre los secuestros y, sobre todo, aumentar la eficacia y la profesionalización de las instituciones policiales mexicanas.
Tal como lo han demostrado los exitosos esfuerzos destinados a reducir los secuestros en Colombia y El Salvador, todo eso requiere mucho dinero. Creo que el Plan Mérida, el paquete de US$ 400 millones de ayuda militar a México que recientemente aprobó el Congreso de Estados Unidos, tendría que haber incluido fondos para luchar contra los secuestros. Casi la totalidad de los fondos del paquete de ayuda están destinados a la lucha contra las drogas.
La clave para reducir los secuestros en México no dependerá de cuán grande sea la marcha del 30 de agosto, sino de qué ocurra a partir del día siguiente.