La profe de kínder que silenció a los violentos
UNA MAESTRA DE una guardería en México se volvió famosa tras aparecer en un video de internet calmando a sus pequeños alumnos mientras afuera de la institución se desataba una balacera entre narcotraficantes. La valiente mujer narró su historia a EL COLOMBIANO.
Trece años dedicados a la bonita labor de educar niños le dieron a la maestra mexicana Martha Rivera Alanis la capacidad para escuchar y comprender a los pequeños, y la valentía para protegerlos y preservar su inocencia.
La destreza y el compromiso con sus alumnos, niños entre los 4 y 6 años de edad, se hicieron visibles el pasado viernes 27 de mayo, cuando la crudeza del conflicto en México interrumpió una de sus clases con una balacera.
Con el sonido del intenso tiroteo, que se produjo a pocos metros del jardín infantil donde labora Martha, en Monterrey, México, los pequeños se asustaron y entraron en pánico, pero tenían un ángel de carne y hueso a su lado.
A pesar del miedo, la maestra Rivera se llenó de valor para tranquilizar a los niños y, en minutos, cambió la expresión de horror en sus caras por la de alegría.
En medio del tiroteo y teniendo en cuenta que podía ocurrir una tragedia, Martha encendió su celular para grabar lo que ocurría. Así tendría pruebas del hecho si alguna bala perdida ingresaba al aula de clase y lastimaba a un niño.
Horas después, cuando el susto pasó, alguien montó su vídeo en el portal de Youtube , sitio web en el que, sin pensarlo, se hizo famosa la historia. Cinco días después, la grabación reporta más de 1.2 millones de visitas.
"Si las gotas de lluvia..."
Ese 27 de mayo parecía un día normal. Martha recibió a sus alumnos en la entrada de la institución y los desplazó a uno de lo salones de clase.
"Nos saludamos, empezamos a decir cómo estaba el día. Hablamos de lo que habíamos hecho en la mañana", narró la educadora en diálogo con EL COLOMBIANO.
Cuando el salón se llenó de cantos y risas, una ráfaga de disparos interrumpió el momento y la escena se transformó en pánico y desconcierto.
"Escuchamos las primeras detonaciones. Me puse alerta, tuve calma y sabía que tenía que protegerlos", dijo.
Esas caras inocentes, con una expresión de pavor y tristeza, fueron las que llenaron a Martha de valor para acudir a su auxilio de una forma tierna y amorosa.
Su voz comenzó a competir con el ruido de los disparos: "chiquitos todos en el piso, preciosos pongan su carita en el piso. No pasa nada, nada más no me levanten la cabeza por favor".
De pronto los disparos fueron silenciados por su voz, en una canción que se robó toda la atención de los pequeños.
En los rostros de los niños ya no había temor y se unieron al canto de su maestra: "Si las gotas de lluvia fueran de chocolate, me encantaría estar ahí, abriendo la boca para saborear...".
De inmediato, los niños, cantando, se pusieron boca arriba para simular la canción. Las balas se fueron perdiendo en la distancia y se borraron de sus mentes, la alegría retornó y el miedo se fue.
"Sentí mucho miedo pero mucha responsabilidad de mi parte. Pensé en mis dos hijos y en cómo me gustaría que alguien actuara con ellos en una situación similar", explicó.
Para Martha no fue la primera vez que convivía con hechos de violencia por la difícil situación que atraviesa esa ciudad, pero sí espera que sea la última.
"No es justo que vivamos así, no es justo que los pequeños crezcan en una sociedad llenos de temor", dijo.
Martha no se considera una heroína: "soy una persona que le gusta lo que hace, que ama lo que hace y lo único que hice fue cuidar a mis niños. Héroes, Superman o Batman, no yo".