La que pintaba fiesta terminó en amargura verde

Haber jugado sin ningún complejo de inferioridad le sirvió al Deportes Quindío para ganar el partido 2-1 y, de paso, dejar en ridículo al Nacional.

El conjunto verde que se apreció ayer en el estadio Atanasio Girardot no tuvo una propuesta clara de juego, fue exagerado en el individualismo, especialmente con Dorlan Pabón, se enemistó con el balón y siempre lució inferior a su rival.

Los "viejitos" del onceno cafetero, caso Elkin Murillo, Carlos Rodas y Léider Preciado (entre los tres suman 101 años), pusieron el fútbol y las ideas con base en un libreto colectivo en el que todos aportaron y nadie intentó lucirse para salir en la foto de los periódicos o en la imagen de la televisión, sino que todos tenían como consigna empezar con pie derecho la semifinal de la Liga Postobón II.

Los goles de Hilton Murillo (a los 29 minutos en una jugada previa dudosa de Murillo) y Preciado (83') sirvieron para premiar al visitante bien aplicado y castigar a un local que careció de ideas, fue atropellado, descontó con David Córdoba en un penalti discutido (92') y tuvo un día gris en casi todos sus jugadores, excepto Gastón Pezzuti, Víctor Ibarbo y Marcos Mondaini.

La mejoría prometida en las prácticas por casi todos los jugadores verdolagas no se vio reflejada en la cancha y por eso el técnico José Fernando Santa reconoció el pobre comienzo en la semifinal y admitió que "al equipo le pesó la responsabilidad, fue errático y rifó la pelota".

Algunos pensarán hoy que mereció mejor suerte, porque tuvo las mismas opciones de gol del contendor (cinco), pero Nacional jugó tan mal que el mismo Santa, impotente como se vio el grupo cuando Pezzuti subió a cabecear la última jugada, resaltó que "no tuvimos argumentos para enfrentar al Quindío que tomó las mejores decisiones con el balón".