Histórico

La triste Navidad de Kevin

A ESTE NIÑO que en un infortunado accidente perdió sus dos piernas y una mano, la mamá no tiene para regalarle ni estrén ni juguetes.

23 de diciembre de 2010

Este año no hay estrén ni juguetes. En la casa de Kevin Daniel Saldarriaga la pobreza acosa y aunque su mamá, Alba Vélez, hace esfuerzos porque el niño "no se pase en blanco, sin nada este diciembre", ve la cosa complicada, pues no tiene ninguna ayuda y tampoco empleo.

Kevin, como todo niño a los 11 años, quiere juguetes y una ropa nueva. Anhela que el Niño Dios le traiga un redoblante, "es como un tambor, yo me lo pego al cuerpo y lo puedo tocar", cuenta con su mirada serena y sentado en su silla de ruedas.

En ella está desde el 5 de enero de 2009, cuando al caer del tren turístico de Medellín, que hacía paseos por la vieja carrilera, perdió sus dos piernas y su mano izquierda. No se acostumbra, pero no reniega.

"¡Ah!, qué más voy a hacer, con las prótesis me defiendo bien". Las prótesis se las donó este año la fundación Mahavir Kmina y con ellas anda y hasta juega fútbol, pues esa pasión que lleva desde que nació no la quiere dejar por nada del mundo.

"Acabé de quedar campeón con el equipo de La Paralela, hice gol", cuenta. Rodeado de sus amiguitos del barrio, se sienta a mirar el pesebre de la cuadra.

Es el pesebre más pequeño y humilde del mundo, pero en torno a él se reúnen los niños, todos muy pobres, como Kevin, pero llenos de sueños de Navidad.

Este año Kevin empezó a sufrir de un riñón. Estuvo hospitalizado y necesita una operación de urgencia, pero la EPS no autoriza la cirugía y la mamá y la abuela andan poniendo tutelas y rogando que lo operen, pues el niño no aguanta más los dolores.

"A ellos no les importa el dolor de uno ni de mi niño", comenta la madre, que lo adora con todo el corazón.

De la mano de Dios, creen que todo puede mejorar, que un juez obligará a la EPS a que lo opere. Si lo hace, el niño podría pasar el 31 en una clínica.

Al final ni le importa tanto. Desde hace dos años se la pasa de hospital en hospital, cuando antes era un niño futbolista y juguetón.

Al menos, que hoy le lleguen un juguete y un estrén. A sus prótesis les sirven los tenis 35 y su talla de ropa es 28, "porque me han dado ropa muy chiquita y no me sirve", dice.

En el corazón de uno se hacen nudos cuando Kevin habla y cuenta sus tristezas. Es la amarga Navidad de este pequeño que necesita tanto nuestra solidaridad.