Las falsas pirámides
El deseo del dinero fácil, la ingenuidad y el desespero de algunos frente a la pobreza, llevaron a miles de colombianos a cifrar errados sueños de riqueza en las llamadas pirámides. Ahora, ante su predecible derrumbe, el país se encuentra en un delicado estado de perturbación económica y social. Los actos de vandalismo protagonizados por los estafados, que exigen así la devolución de sus dineros, fueron de tal gravedad que obligaron a decretar el toque de queda en varios lugares de Colombia.
¿Qué fue lo que pasó para permitir semejante estafa colectiva y llegar a tal situación de descontrol? Desde hace cerca de un año la sociedad y el gobierno sabían de la existencia de estas "empresas" dedicadas a la captación de fondos de manera ilegal, con la promesa de intereses millonarios, imposibles de obtener en el mercado financiero legal de cualquier lugar del mundo. Sin embargo, sólo al verse el desplome de esta semana parecen darse las soluciones que debieron implementarse tan pronto se evidenció la ilegalidad de estas "maravillosas captadoras".
Lo paradójico es que este tipo de estafa se repite cada cierto tiempo en el país, pero muchos colombianos no lo recuerdan o hacen caso omiso de las múltiples advertencias de los medios de comunicación y de las autoridades, que dieron la alerta para no caer en las maniobras engañosas de los modernos "constructores de pirámides", seguidores fieles del italiano Charles Ponzi, iniciador de este ilegal modelo de captación utilizado en Nueva York en 1903.
Con tristeza hay que observar que muchos de los perjudicados fueron conscientes de su apuesta. Tan es así que una de las pirámides en Santander de Quilichao, la JEG, tras desmantelar y abandonar la sede, lo único que les dejó a sus incautos ahorradores fue un cínico y burlesco cartel: "Recuerden que las únicas pirámides que existen, y no se van, son las de Egipto".
Quizá sea este también el momento para tomar la decisión de contar con una mayor presencia de la banca en distintos y lejanos puntos de la geografía colombiana, que permita contrarrestar la acción de la delincuencia frente a la ausencia de un suficiente servicio de ahorro y financiero. Son muchos los dineros en juego por causa de la actividad ilícita de las pirámides, pues según la veeduría de la Fiscalía hay cerca 2.3 billones de pesos en riesgo.
¿Qué papel debió y debe jugar el Estado? Debió actuar con mayor contundencia desde que fueron evidentes los artificios de los dueños y representantes de las pirámides, argucias claramente notorias, pues tan solo una de ellas, Proyecciones DRFE, tiene 66 sucursales en el país. La Fiscalía General de la Nación posee los mecanismos suficientes para hacer efectivas medidas de represión inmediata. Y a su vez las autoridades regionales y locales cuentan con los medios para denunciar las operaciones especulativas y tomar las acciones policivas y administrativas respectivas.
Una captación ilegal de dinero de la magnitud de la vivida, requería y requiere atención inmediata y extraordinaria. No puede alegarse la falta de una ley que regule las pirámides o el hecho de que la Superintendencia Financiera sólo tiene facultades administrativas. Es una obligación ineludible de las autoridades de la República proteger a todas las personas no sólo en su vida, honra, creencias, derechos y libertades sino también en sus bienes.