Histórico

LAS TRAMPAS DE LA NOSTALGIA

26 de septiembre de 2012

En realidad, no “todo tiempo pasado fue mejor”. La verdad, los hombres nos encontramos en un mundo que, en términos generales, progresa con cada año, se convierte en un mejor lugar para vivir día tras día.

La semana pasada leí una columna en este diario que se compromete con el caso por el pesimismo, con pensar que nuestra ciudad y nuestro mundo vienen de un pasado idílico, del que poco a poco se alejan, entrando con locura en el abismo de un presente terrible.

Por supuesto, a estas afirmaciones le faltan pruebas. Según el Banco Mundial, en Colombia la esperanza de vida al nacer en 1960 era de 57 años, en 2010 alcanzó los 73. A finales de los años 80, solo el 78% de los adultos sabía leer y escribir, actualmente supera el 95% de la población nacional. En 1966, 19 de cada 100 niños menores de 5 años se encontraban malnutridos, en 2010 eran solo 3 de cada 100. En el 70 solo el 4% de la población accedía a educación superior, hoy lo hace casi el 40%.

La Colombia de hace 40 años no era mejor que la actual, sin importar lo que los nostálgicos de tiempos pasados afirmen. La Medellín de décadas pasadas tampoco era un paraíso terrenal que hacía palidecer la supuesta degradación de la ciudad actual.

Como en el resto del mundo, el progreso ha sido integral, la Medellín actual es más educada, saludable y desarrollada que la de los años cincuenta. La violencia parece ser el peor de nuestros problemas, el que nos haría extrañar el pasado. Sin embargo, los avances en el largo plazo son difícilmente discutibles.

La nostalgia es engañosa, porque nuestra memoria, su principal fuente, también lo es. Idealizamos momentos de la historia de nuestro entorno porque nos permite explicar un presente frustrante. En una forma extraña, nos reconforta pensar que nos encontramos en una espiral hacia el desastre, pero que en algún punto no muy lejano de nuestras vidas, todo era mejor.

Sí, los desafíos permanecen y son grandes. El mundo da dos pasos hacia adelante y en ocasiones uno atrás. Pero casarse con la apuesta por el presente negativo y el futuro oscuro no solo es inútil y equivocado, sino perjudicial, porque nos priva de la perspectiva necesaria para atender los nuevos retos de nuestra sociedad.

@santiagosilvaj