Las últimas horas del Hay Festival
Hubo un momento en que Mario Vargas Llosa se acomodó en la silla, miró a los dos compañeros de mesa y les dijo que él iba a defender a Madama Bovary. Entonces empezó a contar que ella era una muchachita que leía novelas rosas y creía que la vida era como la pintaban esas novelas.
Ella quería que en su vida pasaran situaciones como las que pasaban en eso que leía y, sus amantes, incluyendo a su esposo, eran mediocres y no estaban a la altura de sus ideas. Lo que le pasaba era que se le hacía difícil vivir en su realidad. “Era una gran soñadora, una mujer absolutamente extraordinaria”.
El Nobel peruano la defendió con tanta emoción, que Julián Barnes (escritor británico, ganador de los premios Booker Prize y Prix Fémina), de acuerdo con él, terminó diciendo: “le tengo mucho afecto, pero el amor se lo dejo a Mario”. Entonces el auditorio se río. Ellos también.
En la noche del este sábado estos dos escritores contemporáneos se sentaron a hablar de uno de los autores que más admiran: Gustave Flaubert. Los acompañó Marianne Ponsford.
Conversaron de la forma, de la importancia de Flaubert para la novela moderna, de algunos episodios de Madame Bovary: “El episodio del suicidio de Bovary a mi me saca de la tristeza y me produce reconciliación con la vida”, señaló el peruano, mientras Barnes añadió que “yo no lo consulto cuando estoy deprimido. Yo soy un ser humano más simple y menos perverso que usted”.
El encuentro los llevó a recordar palabras. “Lo corrompía desde el otro lado de la tumba”, se acordó Vargas Llosa, en francés. También a compartir ideas. “Uno no va a la literatura para que nos gusten los personajes”, señaló en algún momento el inglés. Antes ya había dicho que “la correspondencia de Flaubert ya la tenemos completamente publicada. Se debe leer al tiempo con sus libros. Son una obra de arte”.
Una hora y un poco más en la que estos dos grandes de la literatura trajeron al Hay Festival a uno que a ellos les parece más grande: “Nos guste o no –expresó el Nobel- los escritores contemporáneos somos flaubertianos”.
El último día
El domingo fue el día para exprimir las últimas posibilidades de aprender y compartir con los autores invitados al Hay Festival. Una de las charlas de por la mañana fue Aferrados a la vida ¿podríamos vivir eternamente?, con el periodista, premio Pullitzer, Jonathan Weiner.
Esta conferencia, en la que él conversa de la búsqueda de la longevidad en la ciencia, el arte y la literatura, también se escuchó en Medellín, el jueves, en el Hay Verde, que se hizo por primera vez en la ciudad, en el parque Explora.
Las ideas siguieron durante todo el día. De crónicas conversaron Leonardo Padrón, Alonso Salazar y Daniel Titinger, William Ospina habló con Sergio Dahbar de su trilogía (Ursúa, El país de la canela y La serpiente sin ojos) y Jon Lee Anderson le contó su experiencia en el África a Diego Rabasa.
Mientras tanto, a algunos escritores se les vio caminando, conversando en el hotel Santa Clara, recorriendo la ciudad. Vargas Llosa todavía está por ahí. Se le ve con sus amigos, con su esposa Patricia. Con alguien, que de pronto lo ve, y le pide una foto.