Histórico

Lauritas: vocación de servicio

Trece jóvenes de seis nacionalidades diferentes se preparan para seguir los pasos de la Madre Laura.

27 de abril de 2013

"Yo me sentiría muy feliz si muchos jóvenes y señoritas se atrevieran a decirle sí al Señor. A veces nos da miedo, sentimos la llamada pero nos dan temor los retos porque el Señor es muy exigente, pero él es un amor y siempre nos va a ayudar a caminar", afirma, con profunda convicción, Diana Patricia Ortiz, una de las 13 novicias de seis nacionalidades diferentes, que en este momento, se prepara en la Congregación de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, que fundó la Madre Laura Montoya Upegui.

A pesar de su juventud -Diana tiene 21 años de edad-, comparte, al igual que sus compañeras, una enorme vocación de servicio, "especialmente para con los pobres, los indígenas, los marginados y todas aquellas personas que más necesiten palabras de esperanza, de amor, de caridad", como resalta la novicia Yenny Gómez.

Las jóvenes que en este momento se preparan para ser misioneras, bajo la dirección de la hermana Josefa Méndez, eligieron esta congregación porque se identifican, además, con la filosofía de servicio de la Madre Laura. Un servicio que va más allá de la evangelización. "Lo que más me gusta de esta congregación es que no tiene una sola línea específica de trabajo", señala la novicia Claudine Achambeau, de Haití. "La congregación nació cuando la Madre Laura fue a trabajar con los indígenas en Dabeiba, pero ahora está presente en 21 países, incluso donde no hay indígenas, porque trabajan con los negros, los excluidos, desplazados, las mujeres. Va mucho más allá", agrega Claudine.

Precisamente es el carisma de la congregación, es decir, el grupo preferencial al que enfoca su misión, una de las principales motivaciones de las futuras misioneras.

"Yo hacía parte de un grupo juvenil en el Congo y quise entrar a la congregación porque lo que más me gustó fue su carisma", explicó la africana Octavie Mupika.

Como las cabras
Sin importar su edad o lugar de origen, las Lauritas, como cariñosamente las llaman, son unas convencidas de consagrar su vida al servicio de los demás en donde quiera que las necesiten.

"Cuando la Madre Laura fundó la congregación, decía que las misioneras debían ser como las cabras y llegar a los lugares más remontados", afirma la hermana Sulema Ortiz Carrasquilla, quien tiene a su cargo las comunicaciones y programas culturales.

Confiesa que si bien falta personal en los noviciados, ella no se puede quejar del que hay en la Provincia de Medellín. "En este momento tenemos 13 novicias, pero no es fácil. Ahora las mujeres tienen muchas posibilidades en el estudio y el trabajo y la moda influye en ellas, al igual que otras cosas.

En general a los jóvenes los seduce lo fácil, empiezan tareas con mucho entusiasmo y cuando menos piensan, ante la primera dificultad, las dejan y nada pasó", resalta la misionera.

Sabe que falta trabajo y una mayor exposición de toda la labor que adelanta la congregación. "Nos falta salir a los centros, a las ciudades para dar a conocer todo lo que hacemos. Así mismo nos falta promover más la motivación vocacional a través de convocatorias", puntualizó.

Además del llamamiento inicial, de la inquietud que sienten las jóvenes mayores de 18 años de edad, la formación para ser misioneras en la congregación de la Madre Laura conlleva un proceso de formación de cinco años, seguidos de otros seis para recibir los votos perpetuos.