Histórico

Legado de Galán pasó en un arrebato juvenil a Gaviria

El joven Juan Manuel Galán Pachón entregó las banderas de su padre a César Gaviria Trujillo. Según su madre, Gloria Pachón, lo hizo sin consultar.

16 de agosto de 2014

“Espontánea, sorpresiva y en cierta forma impensada”. Así califica Gloria Pachón la decisión histórica que tomó su hijo, Juan Manuel, con escasos 17 años, de entregar en 1989 las banderas del galanismo a César Gaviria Trujillo, un excongresista que no encarnaba los aires de renovación que siempre defendió Luis Carlos Galán Sarmiento.

La periodista y viuda de Galán explica que Gaviria apareció en escena cuando su esposo se reintegró al Partido Liberal para buscar una candidatura a la Presidencia de la República. El excongresista de Pereira -que había realizado una brillante gestión como ministro de Gobierno de Virgilio Barco Vargas- le tendió la mano a Galán y aceptó ser su jefe de debate.

“Para Luis Carlos eso fue de enorme importancia. Eso lo estaba acercando a la posibilidad de ser presidente”, dijo en diálogo con El Colombiano la  exredactora del diario El Tiempo y exembajadora de Colombia ante la Unesco.

La confianza en Gaviria crecía y se robustecía por el hecho de que el liberalismo le aceptó a Galán la propuesta de realizar una consulta popular para escoger el candidato a la Presidencia. Ese camino parecía despejado por el creciente respaldo popular que tenía Galán, pero fue truncado el 18 de agosto de 1989 en la plaza del municipio de Soacha, cuando fue asesinado. Igual final trágico tuvieron aspirantes a los comicios de 1990 como Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro Leongómez.

Juan Manuel, como el resto de su familia, mantenía vivo el miedo de que a Galán lo iban a matar. Por eso, comenta su madre, el adolescente pensaba que le tocaría escribir algo para decir en el sepelio. Y así lo hizo, ese 18 de agosto, en el hospital de Kennedy a donde fue llevado el cadáver de su padre. El muchacho transformó en palabras su sentimiento y le pidió a Juana Uribe, sobrina de doña Gloria, que pasara a máquina su manuscrito.

“Siempre adelante, ni un paso atrás y lo que sea menester sea”. Así terminó el hijo de Galán su discurso. Sin embargo, antes de él habló en el sepelio el galanista Gabriel Rosas Vega, y, vaya curiosidad, usó la misma expresión en su remate. Al notar el hecho, Juan Manuel la tachó y escribió en su lugar: quiero pedirle al doctor César Gaviria, en nombre de mi pueblo y en nombre de mi familia, que en sus manos encomendamos las banderas de mi padre y que cuente con nuestro respaldo para que sea usted el Presidente que Colombia quería y necesitaba. Salve usted a Colombia. “Así fue”, exclama Gloria Pachón.
 
¿A usted la tomó por sorpresa?
“Pero claro”.
 
¿Eso no fue consultado con la familia?
“No, qué lo iba a consultar. Si lo hubiera consultado, probablemente no lo hubiera dicho. No por nada, sino porque era una cosa en la que en ese momento nadie estaba pensando”.
 
Porque en el Nuevo Liberalismo existían personas que hubieran podido recoger esas banderas y reflejaban más el pensamiento de Galán.
“Es posible, claro, es muy posible que sí”.
 
¿Y quiénes estaban mejor posicionados?
“En esa materia no podría decir quién sí y quién no. Lo que puedo decir es que, primero, la reintegración al Partido Liberal, por un lado, y del otro, que una persona muy importante del Partido Liberal lo acompañara, es probable que eso hubiera influido en lo que Juan Manuel dijo”.
 
¿El legado de Galán quedó en buenas manos?
“Mucha gente pensaba que Gaviria iba a ser igual a Luis Carlos. No. Gaviria para mí, y sobre todo en esas primeras épocas tan duras, fue muy importante. Respondió muy bien al legado de Luis Carlos. Tuvo una lucha bastante dura contra las mafias del narcotráfico. Fue valiente en eso. Ahora, su gobierno era diferente, pero para mí fue excelente. Hizo una serie de obras y proyectos bastante importantes, muchos no reconocidos”.
 
Pero en el caso de Pablo Escobar se afirma que por las condiciones que le dio parecía que el Estado se había sometido al narcotraficante.
“Para los observadores es muy difícil juzgar lo que fue esa lucha, pero finalmente en lo que se refiere a Pablo Escobar se logró algo muy difícil. Obviamente, todo lo de la Cárcel de la Catedral fue cuestionable, pero como final creo que César Gaviria sí correspondió”.
 
¿Cómo es su relación hoy con Gaviria?
“Excelente, siempre, siempre, siempre ha sido excelente. No solo en lo político, sino personalmente también”.
 
“Galán siempre vive”
¿Qué recuerda en este mismo instante de Galán?
“Su empeño en la tarea en que estaba comprometido y que tenía que culminarla como fuera. Lo que me parece más importante es que no se olvide lo que él quiso legarle a Colombia. Que en esta época que vivimos circunstancias difíciles, la gente recuerde qué ocurría en los 80, con el narcotráfico, con las mafias, y logre convencerse de que hay que retroceder en muchos de los comportamientos que hoy vemos y que tienen que ver mucho con lo que ocurrió en esa época”.
 
¿Qué no ha dicho sobre Galán y su vida con él?
“Quizás mostrarle a la gente qué era Luis Carlos aparte de la cosa política y de su trabajo y todas las circunstancias que lo rodearon desde que lo conocí hasta que murió. Aparte de sus ideales, mostrar una persona muy abierta, muy distinta a lo que se podría pensar. Él era muy estricto en su manera de ser, pero de muy buen humor y tenía muchos amigos, con los que le gustaba reunirse. En el caso familiar, estar con los niños todo el tiempo que pudo, que no fue mucho. Era simpático, agradable y creo que esas condiciones contribuyeron a que la gente lo quisiera y lo siga queriendo”.
 
¿Cuáles eran esos valores forjados por la familia?
“Y por él mismo, porque aunque heredó mucho de su papá, Mario Galán Gómez, que ocupó cargos importantes, Luis Carlos tenía una personalidad propia. Era de una familia muy tradicional y eso influyó mucho, pero poco a poco él se liberó de todos esas costumbres. Llegó un momento en que por aquello que consideraba importante, así no fuera muy convencional o corriente, enfrentaba lo que fuera”.
 
¿Qué lo definía mejor?
“La honestidad en todos los aspectos de la vida. Ser sincero. Nunca dejar de hacer lo que consideraba que era lo que lo orientaba en esas materias”.
 
¿Era romántico?
“Sí, yo creo que era más romántico que pragmático. Pero en algunos aspectos sí era pragmático. Era muy arriesgado, echado para adelante y cuando pensaba que algo era conveniente, no le importaban ni los obstáculos ni lo que pensaban los demás”.
 
Lo suyo como que no fue un amor a primera vista.
“A ninguna vista. La verdad es que lo conocí en 1965. Yo llevaba varios años trabajando en El Tiempo y él terminaba la carrera en la universidad. Al comienzo éramos apenas conocidos. Pero por el trabajo hicimos juntos muchas cosas”.
 
Dicen que él se enamoró perdidamente de usted, pero que usted no fue tan recíproca. ¿Qué la enamoró al final?
“A mí me sorprendió mucho que se interesara en mí, porque no éramos iguales en nada, en nada. Una vez que lo manifestó, lo empecé a ver de otra manera”.
 
¿Cómo ha sido su vida sin él, físicamente, pero con un país que mantiene vigente su pensamiento y valentía?
“Pues… por una parte, la ausencia y sobre todo las circunstancias de su ausencia, fueron un golpe muy duro. Sin embargo, muy poco tiempo después, mis hijos y yo tratamos de reorganizarnos y nos convencimos de que había que hacer muchas cosas que probablemente no habríamos hecho con Luis Carlos. Nos sentimos convencidos de que teníamos que trabajar de alguna manera para que no se perdiera del todo lo que había hecho Luis Carlos. A eso nos hemos dedicado. Pero, lo más importante, es que consideramos desde un primer momento que había que buscar la verdad de su muerte y lograr que se hiciera justicia en su caso”.
 
¿Mantener viva la memoria de Galán no tiene para la familia un costo emocional muy alto?
“… No, pues no, no creo. Al contrario, es un estímulo y una satisfacción poder hacerlo. Cuando nos damos cuenta de que faltaba mucho para que todo lo que pensaba Luis Carlos fuera una realidad, eso es un estímulo para nosotros y tratamos de trabajar en ese sentido”.
 
Galán sabía que su lucha contra la politiquería y el narcotráfico eran su sentencia de muerte. Usted misma se cansó de hacerle advertencias sobre los peligros que corría. ¿En su opinión, valió la pena ese sacrificio?
“No puede valer la pena el sacrificio. Lo que pasa es que a su muerte y las circunstancias de su sacrificio, hay que llevarlas al ambiente positivo, en el sentido de que es un estímulo para hacer cosas, para tener compromiso y para de alguna manera saber que Luis Carlos no es alguien perdido en el tiempo, sino alguien que hizo historia, y que vale la pena defenderla y luchar por ella”.
 
¿Cuál es la anécdota más hermosa que usted tiene con Galán?
(Varias cosas se le vienen a la mente, guarda silencio, luego ríe y al final halla una. Evoca a su padre, Álvaro Pachón de la Torre, codirector con Guillermo Cano del Magazín Dominical de El Espectador). “De pequeñas vivimos completamente comprometidas con el periodismo y la política. Mi papá era un liberal total y vivimos el 9 de abril de 1948 en carne propia. Él murió en un trágico accidente de automóvil, cuando regresaba de una reunión para despedir como soltero a Guillermo Cano. En su grupo estaba Álvaro Umaña y el conductor, que era Gustavo Wills Ricaurte, se equivocó de camino. Estaba muy oscuro y en un puente sobre el río Fucha, se volcó el vehículo y se mataron los tres.
Yo estaba en Canadá estudiando y me tocó regresar a Colombia, porque no teníamos medios económicos. Con 14 o 16 años nos tocaba sobrevivir. Empecé a estudiar y trabajar en El Tiempo”.
 
Y la anécdota…
“Ah, bueno. Como no teníamos medios económicos, un seguro de vida de mi papá, aunque mínimo, nos sirvió y con mi mamá montamos una floristería pequeña, en la calle 57, arriba de la Avenida Caracas. Ella, mi hermana, Maruja, y yo, nos metimos a tratar de salir adelante con un negocio que no conocíamos. Nos quebramos el alma en eso. Vendíamos arreglos, hacíamos canastas, de todo. Allá iban mucho los niños de los colegios a comprar flores, especialmente en el mes de la virgen, o sea mayo.
Mucho tiempo después, cuando Luis Carlos y yo trabajábamos juntos en El Tiempo, me contó que un día fue a la floristería de mi mamá y allí me conoció. Yo no lo recordaba, pero él sí tenía muy presente ese hecho.
Su memoria era prodigiosa para las minucias. Él se acordaba del nombre y la fecha de cumpleaños de todos los compañeros de colegio. En medio de una campaña o gira, decía hoy cumple años fulano de tal…”.
 
¿Por qué sus hijos terminaron en la política?
“Porque en medio de ella nacieron y lo que vivieron fue eso. No podían aislarse. Además del entusiasmo que le pusieron a lo que hacía Luis Carlos, ellos lo acompañaban por turnos. Carlos Fernando, muy divertido contaba que en una gira, de pocos días, visitó 60 municipios. Él estaba chiquito y le dijo, papá, no más, ya es suficiente.
Una cosa muy estimulante es que las primeras campañas, del 82 en adelante, eran experiencias increíbles. Aunque eran agotadoras, no había nada negativo, hasta que  comenzaron a aparecer los peligros, las amenazas y la política se convirtió en algo más duro y complicado”.
 
¿Qué sobrevive del Nuevo Liberalismo?
“El movimiento como tal desapareció. Pero como tema de principios, de filosofía de la política, permanece. Falta una circunstancia que reúna lo que significa ese pensamiento de Luis Carlos que está presente en mucha gente, en el ciudadano de la calle, en personas que lo conocieron y vivieron lo ocurrido en esos años. Creo que podría surgir un movimiento -que no lo veo hoy- porque esas enseñanzas están vigentes, así como las batallas que el libró contra la corrupción y el clientelismo”.
 
Galán era un convencido de la paz entre los colombianos y pronosticó, lastimosamente sin acertar, que a finales del siglo XX ya la tendríamos.
“Sí, sí. Él era totalmente partidario del diálogo y rechazaba la lucha armada”.
 
¿No era de extremos en materia política?
“Luis Carlos decía mucho que era un liberal de centro izquierda, aunque muchos no lo creían.
 
¿Qué tanto amó a Galán?
“Totalmente”.
 
Hasta el punto de respetarle que se metiera en ese mundo tan complejo de la política y que…
“En eso no había nada qué hacer. Al comienzo nosotros no pensábamos que le podía pasar algo. Incluso luego de las angustias que se vivían, con las amenazas, muchas, muchas, a pesar de eso, él y yo estábamos convencidos de que no le iba a pasar nada. Por eso hizo cosas que hoy se ven absurdas, como arriesgarse demasiado. Y también uno piensa que uno tuvo cierta responsabilidad porque pudo haberlo evitado”.
 
¿La terquedad de él era superior?
“No, no había manera. Y nosotros tuvimos muchísimas discusiones sobre el tema, hasta que decidí no mortificarlo más. Incluso el día de la manifestación en Soacha no le dije que no se fuera, porque días antes habíamos hablado mucho y le pedí que no fuera, pero no había manera”.
 
¿Cómo periodista, qué título le pondría a una nota sobre Galán este 18 de agosto?
“Galán siempre vive”.