Lorito que quiere cacao tiene nombre
LOS LOROS enseñan a sus hijos el nombre que los identificará, un sonido exclusivo transmitido de manera vertical que les será necesario en diferentes contextos.
Pedro, Tomás, Juan, Lucas, si es un varón; Alicia, Ana, Valentina o Camila si es hembra.
No es cosa sencilla elegir el nombre con el que un hijo quedará marcado, así algunos padres exageren su capacidad de invención.
Lo que se creyó por un tiempo usanza de los seres humanos, dejó de serlo cuando se agregó a la lista otro animal: el delfín.
Bueno, súmele uno más: los loros. Sí: desde el nido sus padres enseñan a los polluelos el que será su marca para la vida, que usará tanto para presentarse como para que lo llamen.
No es imaginación ni que científicos se la hayan fumado verde. No, tal parece que es la pura verdad.
Karl S. Berg, de la Universidad de Cornell en Estados Unidos y colegas demostraron por primera vez en una población de loros salvajes de Venezuela, la transmisión vertical de la marca individual.
En un artículo publicado en Proceedings of the Royal Society B , Berg y sus colegas recordaron que los loros en cautiverio son ejemplo de imitación de voces y se sabe que en esa condición muestran evidencias de llamados de contacto por su nombre (el sonido que los distingue) que los ayuda a distinguir vecinos, sexo, parejas y miembros de una población.
Esa situación fue demostrada en loros adultos Forpus conspicillatus.
No se conocía cómo funcionaba esa asignación de nombres ni si se presentaba en un ambiente natural.
En los humanos, es frecuente que el desarrollo vocal se de a la par con el nombre que dan los padres al bebé, por lo que en estas aves cabía esa posibilidad o, bien, que fuera una marca innata.
Se ha presumido que en las casi 350 especies de loros, individuos de ambos sexos aprenden señales vocales a través de la vida para satisfacer una amplia variedad de funciones sociales.
Los investigadores colocaron 16 videocámaras en una población de loros en Venezula que desde 1987 vive en unos nidos suministrados por científicos. Se estudiaron loros Forpus passerinus.
Para eliminar la posibilidad de la herencia, cambiaron los huevos de ciertos nidos, de modo que en algunos crecieron loritos no emparentados con sus padres biológicos.
Encontraron, como recordó el blog 80Beats en Discover, que los padres comienzan a emitir sus llamados distintivos del polluelo cuando estos están muy jóvenes, entregando un patrón que ellos imitarán y le agregarán su propia marca para crear el nombre.
En un artículo en la revista Science , Berg explicó que los loros en crecimiento se reúnen en grupos grandes, por lo que los padres necesitan alguna manera de identificar sus hijos. Al salir del nido deben llamarlos, pues continuarán alimentándolos otros 21 días.
El nombre de los loritos es más similar, se encontró, al de los padres que los cuidaron que al de los padres biológicos, lo que descarta además que los nombres dados sean una condición innata
La tercera especie que se conoce que nombra a sus hijos para distinguirlos y a diferencia de los humanos, con seguridad no necesitarán acudir los loros a una notaría a deshacer el entuerto que sus padres les han hecho.
Lorito: ¿cómo se llama?