Histórico

Los carros no son solo de hombres

26 de septiembre de 2008

Su decisión profesional estaba por completo alejada del mundo de los carros, aunque muchas veces acompañaba a su padre, Juan José Olarte, al concesionario y se movía entre los vehículos de la vitrina y los que estaban en el taller para alguna reparación o revisión.

Aún así, Margarita Olarte optó por estudiar enfermería, carrera de la que se graduó en la Universidad de Antioquia, pero una dolorosa situación personal la obligó a replantearse su rumbo vital en el que, además, ya estaban presentes sus hijas.

Por eso, con el apoyo de su familia, en especial su hermano Juan Manuel, decidió aceptar el reto de hacer parte del equipo directivo de Autolarte.

De eso hace ya 26 años. "No tenía ni idea de este mundo", dice hoy cuando es una de las empresarias más reconocidas del sector, que se ganó a pulso y con trabajo su posición. La misma que esta semana fue reconocida por los comerciantes antioqueños, a través de Fenalco con la exaltación Comerciante Distinguido, que recibió en el marco de La Noche de los Mejores.

Autolarte siempre ha estado ligada a su vida. Su abuelo, Estanislao Olarte, fue uno de los fundadores, y su padre Juan José Olarte, le dio el impulso definitivo para convertirla en una de las firmas comercializadoras de automóviles más reconocidas en la región y el país.

Hizo el curso
Cuando Margarita Olarte entro de lleno a trabajar a la compañía, su misión, explica, más que un cargo específico, era estar al tanto de todas las actividades, aprender de ellas. También, cuando llegaban visitas desde la planta de Colmotores, era una de las anfitrionas. "Al principio en las reuniones yo me quedaba calladita", comenta de manera jocosa.

Después pasó a ser la anfitriona en la sede que tiene la compañía en la zona sur del Valle de Aburra, donde también se encargó del tema de las ventas y también en Rionegro.

Aunque las ventas no eran su lado más fuerte, no se amilanaba para nada, cuando los clientes, en especial los más especializados por su labor en transporte de carga o pasajeros, se acercaban a los puntos de venta para indagar sobre algún vehículo.

"En alguna ocasión, cuando estaba en Rionegro reemplazando al gerente de ese momento, llegaron unos señores cultivadores de tomate. Yo me quería esconder porque no sabía como atenderlos, pero no pude, y finalmente terminaron comprando unos carros, de pronto hasta fue por pesar", dice mientras se ríe de la anécdota.

Entre hombres
De alguna manera ella ha sido pionera en un mundo que de manera tradicional se ha entendido como exclusivo de hombres. Recuerda como en muchas ocasiones era la única mujer entre un montón de hombres que asistían a las reuniones que la fábrica organizaba con sus concesionarios en todo el país. En esas reuniones hasta se acostumbró a los comentarios y chistes que luego de una jornada de trabajo sus colegas hacían en torno a un trago o una comida. "Había chistes de doble sentido, pero que no se pasaran mucho. Cuando ya se subía el tono, yo me iba a dormir".

Doce años atrás, luego de hacer toda la carrera en Autolarte, fue designada como la gerente general de la compañía, un reto importante porque significaba la continuación de una empresa forjada por su abuelo, impulsada por su padre y que recibía en aquel entonces de su hermano.

Asumió en uno de los momentos más complejos que vivió la actividad de ensamblaje y comercialización de vehículos, pero con estrategias de diversificación y crecimiento moderado se logró sortear el momento y cruzar al otro lado.

También con su trabajo ha contribuido a desarrollar una estrategia de acercamiento entre los concesionario de la marca que representan (Chevrolet) con el fin de desarrollar estrategias de crecimiento de beneficio conjunto. Claro, sin olvidar que también compiten por los compradores. Pero todo en el marco de la competencia leal.

Los cambios de época
No solo como gerente de Autolarte, cargo que desempeñó hasta hace algún tiempo, también como empresaria que ha recorrido las diversas funciones en este mundo de los carros, Margarita Olarte sabe muy bien que el proceso de llevar un carro hasta su propietario ha cambiado de manera importante.

"Antes nos compraban los carros. Ahora tenemos que salir a venderlos, dice"

Reconoce que hoy el comprador es mucho más exigente, está más informado sobre los vehículos del mercado, incluso en sus aspectos técnicos.

Eso obliga a que los concesionarios cuenten con verdaderos asesores que sepan darle al cliente la solución a su necesidad.

Además, la competencia es mucho más fuerte y la presencia de muchísimas marcas hace que cada empresa tenga que entregar lo mejor de si.