Histórico

Los cuatro respetos

04 de junio de 2011

El viajero iba de desierto en desierto, de valle en valle y de montaña en montaña por los caminos del Alto Perú, deshaciendo pasos antiguos, bajo el mismo cielo donde las tropas de Bolívar derrotaron a los últimos ejércitos españoles. Los pueblos y los ríos tenían nombres extraños, pero muy sonoros. Y en las comisarías hallaba las mismas palabras escritas en lengua quechua: Ama Sua, Ama Llulla, Ama Quella.

Se demoró algún tiempo para averiguar su significado. Los campesinos de Perú le dijeron que eran los tres principios de las viejas leyes de los Incas: no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas haragán.

En otra parte del camino oyó hablar de los cuatro respetos. Los campesinos de Bolivia le contaron que también hacían parte de la tradición de los Incas: el respeto a la vida; el respeto a lo ajeno; el respeto a la verdad; el respeto a la debilidad.

Entonces escribió una carta a sus amigos colombianos. En ella decía: "Si cada uno de nosotros se apega a estos cuádruples respetos poco a poco irá enseñando a los demás a hacer eso mismo".

Una amiga me mandó la carta. "Es una notica que aportó un amigo viajero" me dijo. La carta me hizo recordar las clases de historia de América Latina. El profesor decía que los Incas llamaban a su territorio Tahuantinsuyo, una palabra quechua que significa la "Tierra de los Cuatro Cuarteles" o "de las Cuatro Partes". Los Cuarteles eran las cuatro grandes regiones o "Suyos": el desierto de la costa del Pacífico; la sierra de los Andes, con sus montañas y sus picos nevados; los valles altos de la sierra; las montañas de la selva amazónica.

Cuando su emperador se rindió ante las tropas españolas comandadas por Francisco Pizarro, el imperio Inca tenía una población estimada en 12 millones de habitantes. De él formaban parte cinco repúblicas de hoy: Perú, Ecuador, gran parte de Chile y Bolivia, y un pedazo de Argentina. Tenían un sistema social en el que no existía la pobreza. Todos los excedentes de su trabajo eran redistribuidos con igualdad. Aunque tenían castas, creían que el pueblo eran todos y todos trabajaban las tierras.

¿Sobrevivieron los tres principios y los cuatro respetos de los que habla la carta del viajero? Esa fue la pregunta que me hice leyendo las noticias de los periódicos peruanos unos días antes de las elecciones presidenciales de este domingo.

Para mi sorpresa, en medio del sartal de improperios y de mentiras de la campaña, encontré que algunos partidos políticos han construido su ideario tomando como punto de partida los viejos principios Incas. Los programas que más me llamaron la atención fueron los del movimiento "Perú de primera" y el "Movimiento de Identidad Tawantinsuyu".

"Un Perú de primera", dice uno de los programas, "es como aquel Perú del imperio Inca que se distinguió por el respeto mutuo y la lucha por el bienestar común, desterrando el robo, los crímenes, la ociosidad, la mentira, la pobreza y la mendicidad, siguiendo estos cinco principios: la rectitud (Ama Sua: no seas ladrón); la verdad (Ama Llulla: no seas mentiroso); el amor al trabajo (Ama Quella: no seas haragán); el respeto a la vida (Ama Wañuchy: no seas asesino); el respeto por el ser humano (Ama Saruy: no oprimas a los demás ni abuses del poder)".

Después de leer el programa, pensé: las contiendas políticas de hoy casi siempre ponen al descubierto las peores miserias de nuestros pueblos, pero a veces también sacan a relucir sus valores más altos. Sea quien sea el candidato que gane las elecciones de este domingo, larga vida para los cuatro respetos y los cinco principios de la sabiduría Inca.