Los dos meses del desastre
A PESAR DE que se cerró en un 95 por ciento el boquete, el drama en por lo menos 10 municipios de Atlántico y Bolívar continúa.
La amargura llegó al sur de Atlántico y Bolívar el 30 de noviembre a las 4:40 de la tarde. La desgracia de pasar una Navidad lejos de la tierra comenzó a ser el pálpito de los ribereños cuando se regó la noticia de que el Canal del Dique tenía un boquete de tres metros.
Con el paso de las horas de aquel 30 de noviembre, el pequeño boquete se creció a 240 metros de ancho y comenzó una inundación, eso se sabría después, jamás imaginada en la historia de la región. Empezó el éxodo.
Para el 15 de diciembre y con la pena y la desgracia arrugando el alma, a cientos de kilómetros de sus casas, los bolivarenses y atlanticenses veían sus pueblos convertidos en el embalse más grande de Colombia, con 1.200 millones de metros cúbicos de agua que tapaban sus viviendas. El retorno se convirtió en un regalo de Navidad imposible.
Las gobernaciones habilitaron por lo menos 10 albergues en donde se acomodaron los que llegaron primero. Los otros, hicieron cambuches a lo largo de la carretera. Ahí siguen.
Un mes después, el Invías anunció que en 15 días tendría cerrado el boquete a pesar de que por los 110 metros, que aún tenía de ancho, ingresaban 18.500 metros cúbicos de agua por segundo. Por lo menos diez municipios estaban completamente inundados y evacuados.
En Arjona, algunos damnificados pasaron la Navidad junto a una mujer que solo conocían por televisión, la Primera Dama de la Nación. María Clemencia Rodríguez de Santos les llevó mercados, mientras que el Presidente se sentó en una desgastada silla en San Estanislao desde donde dio su discurso de fin de año.
Llegó enero y comenzó el desagüe del municipio de Santa Lucía. Sin novedades pasaron esos primeros 15 días. La fotografía era: albergues, más cambuches, más hambre. Los cientos de miles de damnificados siguieron conjugando el verbo esperar.
El pasado miércoles 26 de enero, la Gobernación de Atlántico anunció, ondeando una bandera de Colombia, el cierre del boquete. Eso salió por las noticias. Lo que no apareció fue lo que dijo el Secretario de Infraestructura de Atlántico, Juan Pablo Deik: "Superamos la primera parte, ahora el reto es desaguar 40 mil hectáreas inundadas".
La emergencia sigue
Desaguar esas 40 mil hectáreas les tomará a las dos gobernaciones costeñas por lo menos dos meses.
Para sellar el 95 por ciento del boquete, por el que aún ingresan 30 metros cúbicos por segundo, se necesitaron 750 pilotes de 24 metros de largo cada uno, 5.000 toneladas de roca y arena y el trabajo 24 horas, durante 57 días, de 300 hombres.
El Invías invirtió, sólo en las obras de cerramiento, 6.000 millones de pesos.
Las tareas pendientes son cerrar el 5 por ciento que falta, construir la carretera que une a Calamar con Santa Lucía, desaguar la totalidad de las aguas y que comience en forma, ahora sí, el retorno.
"Superamos el problema inicial y fue impedir que siguiera entrando agua. Nos falta desaguar, que es el mayor reto", explicó Deik.
Indicó, además, que se necesitarán, aproximadamente, 600.000 millones de pesos para reconstruir todo el sur del departamento.
Édgar Larios, coordinador de Crepad Bolívar, manifestó que los niveles de afectación ahora no son tan graves como "los tuvimos al finalizar diciembre. Las aguas del Canal del Dique tuvieron un descenso considerable, pero todavía hay poblaciones afectadas".
Terminó diciendo que no tienen el dato exacto de cuánto se han gastado durante los últimos dos meses, pero "el estimativo que hemos hecho para la recuperación del departamento es de 2 billones de pesos".
Mientras las aguas bajan, bien sea por gravedad o con motobomba, los habitantes de Soplaviento, San Cristóbal, San Estanislao, María la Baja, Campo de la Cruz, Manatí y Candelaria siguen viviendo a cientos de kilómetros de sus casas cargando con la misma amargura de aquel 30 de noviembre a las 4:40 de la tarde.