Los excesos de Tropa de Élite
En febrero de este año el filme brasilero Tropa de élite , dirigido por José Padilha, ganó el Oso de Oro a mejor película en el Festival de Cine de Berlín, en una de las decisiones más polémicas y controvertidas de los últimos años.
Algunos sectores de la crítica la atacaron con virulencia por lo que consideraban una desviación ideológica, al entenderla como una exaltación del cuerpo militar a que se refiere su título, encargado en el año de 1997 de "limpiar" una favela de Río de Janeiro.
Lo curioso es que la policía de esa ciudad, a su turno, se opuso a la obra y la atacó al estimarla como una mirada malintencionada y perversa del trabajo que realizaba su grupo de élite.
Seguramente esta última actitud y los valores de la película en cuanto a crispación y ritmo despertaron la curiosidad del público, que la convirtió en una de las más taquilleras en mucho tiempo.
La pugnacidad ideológica ha impedido que Tropa de élite se juzgue con un criterio más ponderado y se ha incurrido en un error de valoración, al atribuirle al director el discurso que propone y lleva adelante el protagonista de la película, el capitán Nacimiento, con un olvido equivocado de la diferencia entre narrador y autor.
Quizá una buena vía para acercarse al filme sea recordar la vocación documentalista de José Padilha, autor en 2002 de Ómnibus 174 y responsable como productor del trabajo documental en ese género de otros directores, como acontece con la espléndida Estamira de Marcos Prado.
Esta vez el realizador parte de unas fuentes ajenas y se dedica a reconstruir las memorias de un capitán del Bope, un cuerpo especializado de la policía militar en Río. Ese origen explica el relato en primera persona a cargo del protagonista, que narra ciertos episodios relacionados con su vida y con el Cuerpo que comandó.
El armado de la película parece próximo al documental, al organizarse a través de capítulos titulados que centran la atención de la cámara y del espectador en un personaje o en una situación particulares, otorgándole una especial significación al contenido testimonial de la trama.
Tropa de élite , al ser ficción y no documental, debe juzgarse en función de las reglas de valoración propias de la primera, más allá de que los hechos en que se inspire hayan sido reales y de que el valor de verdad histórica tenga mucha pertinencia.
En ese orden de ideas hay que formular dos reparos a la película. El primero es la debilidad de la justificación dramática que impulsa la obra, constituida por el deseo del capitán Nacimiento de encontrar un reemplazo para la dirección de su cuerpo élite.
El segundo se refiere a lo que desde el punto de vista moral puede o no mostrar un director de cine. Hay una evidente tendencia al exceso en la realización del brasilero, llegando a extremos que mueven a esa reflexión.
Estas objeciones no significan desconocer el valor de verdadera promesa del cine latinoamericano de José Padilha, del que sólo habrá que esperar que no ceda a las muchas tentaciones que le lanzarán desde Hollywood, interesados con seguridad en su fibra y sus dotes de narrador.