Los libros de García Márquez están agotados
Con la muerte del Nobel, muchos quieren releer sus obras o llevar a su biblioteca un libro que no tenían. Para todos los libreros no es fácil tener las obras para vender.
La muerte vuelve famosos, más aún, a los que ya lo eran. Desde que se murió García Márquez sus libros se han vendido más, mucho más, y no porque no se vendieran.
Lo que la gente le cuenta a Wilson Mendoza, librero de Grammata, es que quiere una nueva edición, porque el libro que está en la biblioteca está muy viejo, porque lo prestaron y no se los devolvieron, o porque la vez que lo leyeron lo hicieron por obligación, y ahora lo quieren leer por convicción. "La venta se ha estado incrementando, no en cantidades exuberantes, porque mucha gente lo tenía ya, pero sí se ha pedido".
Pasa igual en Al pie de la letra. Los que son clientes, por lo general lectores, ya lo tenían. Lo que se ha vendido más, comenta Blanca Melo, la librera, es la biografía.
En librerías como la Nacional, que tiene un público más amplio, los libros se han agotado. Su librero Felipe Ossa comenta que la venta se ha aumentado en un 40 por ciento, en relación con la venta normal. Unos se venden más que otros, tanto que se han agotado. En este instante no está Cien años de soledad. Don Felipe precisa, eso sí, que llega en los próximos días, porque la venta superó los stocks y Norma, que es la editorial que tiene los derechos en Colombia, está en reedición.
Los más vendidos son Cien años, El coronel no tiene quien le escriba y los cuentos. Juan Hincapié, de Los libros de Juan, cuenta que durante la feria popular del libro, el pasado fin de semana en Carlos E., hubo un libro que él no vendió, Noticia de un secuestro, y añadió otros por los que le preguntaron mucho, La Hojarasca y La mala hora.
Una opción para conseguir libros es de segunda, como en Los libros de Juan, porque tener los nuevos no es fácil, sobre todo para las librerías pequeñas.
El librero de la Nacional explica que no es discriminación y que hay que entender que Norma ya no es la editorial grande de antaño, que disminuyó su aparato distribuidor. "Naturalmente no puede hacer la distribución masiva, entonces ofrece condiciones editoriales diferentes. No es lo mismo que uno pida 500 libros, a cinco".
Wilson expresa que Norma se quedó solo con unos lugares, para no gastar plata en distribución, quitaron el descuento y pusieron un tope de venta, y entonces, a algunos como Grammata les toca comprarles a otras más grandes, es decir, hacer maromas, porque tampoco se le puede decir no a un cliente.
María Elsa Gutiérrez, de Ábaco de Cartagena, les tiene un nombre: Gabo y su editorial desalmada. Lo había dicho Juan Gabriel Vásquez en una columna en El País de España, "en pocas palabras: las condiciones que impone Norma a los libreros independientes hacen que para ellos sea imposible, por no decir suicida, tener libros de Gabriel García Márquez ".
No a todos les pasa. En Al pie de la letra, anota Blanca, lo hacen directo con Norma, aunque es la editorial que menos descuento les da.
La solución está llegando, señala Wilson, con una propuesta del Fondo de Cultura Económica de México, sede Colombia, que les va a empezar a distribuir a quienes no pueden acceder directamente.
Desde Norma, que en 2011 decidió concentrarse en el sector educativo, no hay una respuesta oficial. Tampoco han sacado ediciones de lujo. Seguramente, comenta don Felipe, saldrán pronto. Las actuales de Norma son sencillas, sobre todo para colegios, que es ahora su público objetivo.