Histórico

Los minutos apenas calman el hambre

LOS VENDEDORES DE minutos de celular trabajan más de 12 horas a la intemperie. Su salario mensual es de aproximadamente 300.000 pesos. No reciben beneficios de la seguridad social ni prestaciones sociales. Quienes ganan son sus proveedores de minutos.

27 de junio de 2010

Cansada de vender minutos de llamadas telefónicas para otra persona, Sandra Gaviria Berrío decidió volverse independiente.

Aunque en este caso, como decía Kafka, el problema no es la libertad porque la libertad no existe. Ella misma dice que parece trabajando en compañía con la telefónica, porque tiene que pagar mensualmente 156.800 pesos por cada uno de los tres planes de 1.120 minutos que alcanza a vender.

En los días buenos, sin lluvia y con gran demanda, esta mujer envigadeña llega a vender 300 minutos, cuya ganancia es de 18.000 pesos, pues su margen es de 60 pesos por minuto. Esos son los lunes, miércoles y viernes. En tanto que los otros 14 días -haciendo a un lado los cuatro domingos, que descansa-, vende unos 80 minutos, que le dejan 4.800 pesos.

Para que dejemos tantas cifras por ahora, digamos que ella obtiene un sueldo de menos de 300.000 pesos mensuales, trabajando aplicadamente más de 12 horas diarias. Tiene como enemiga la lluvia y a veces pelea con el viento cuando éste le desbarata su quitasol. Y, para colmo, obviamente, no recibe prestaciones sociales.

Desde hace más de 10 años quedó discapacitada, tras caer de un segundo piso en una vivienda de Villahermosa, pues, por confiada, se sentó en el pasamanos del balcón de una casa, en compañía de varios amigos que disfrutaban de una fiesta. Hubo un movimiento brusco, se volteó su vaso de gaseosa, y al suelo fue a dar. Por eso, este oficio es uno de los que más se acomoda a su condición.

Vive con sus tres hijas en edad escolar en una casa de un sector semirrural y para llegar a ella debe ascender y descender cada día 100 escalas, único sendero que comunica el caserío, con ayuda de un caminador.

En siete años le han robado siete teléfonos. Por eso mantiene pendiente de sus equipos cuando los presta. No le gusta atarlos con cadenas, como otros "minuteros".

El punto también incide en las ventas. Sandra se ubica en el Parque Principal de Envigado.

Se comió el plante
Entre tanto, en pleno cruce de La Playa con la avenida Oriental está Rubiela Restrepo. Ella sí trabaja para otra persona. Intentó con su propio plante, pero usted sabe, todos los días llegaba a su casa en Manrique Oriental y gastaba la ganancia en panela, leche, arroz y huevos. La comidita. Se fue comiendo el plante. Tanto que quedó debiendo una cuenta en Comcel que aún no termina de pagar y le envió su nombre a las listas de Datacrédito.

Un tal Jota le entrega la simcard con los minutos y ella le liquida cada noche lo producido. Coincide con Sandra en ventas brutas, 300 minutos en días buenos, pero ella las logra cobrando los minutos a 150 pesos, no a 200 como aquella, "porque a un vendedor de esta cuadra le dio por rebajarlos y todos tuvimos que ponerlos al mismo precio porque la gente, claro, camina por 50 pesos". Este miércoles, que llovió toda la tarde, logró vender 168 minutos, un poco más de la mitad de lo que suele vender el tercer día de la semana, y su paga fue de 6.720 pesos: cuarenta pesos por cada minuto vendido.

Por su parte, Daniel Restrepo no se queja. Vende minutos a 150 pesos en la esquina de la Avenida Oriental con Perú desde hace cuatro meses. Era soldado profesional. Cuando vio a un compañero suyo volar en pedazos por una explosión, decidió retirarse del arriesgado oficio. "Aquí en Medallo, un señor me dijo: 'usted es guerrero, póngase a vender llamadas'. Y no me ha disgustado. Gano 60 pesos por minuto vendido. En días buenos saco de 30.000 a 40.000 pesos. En los malos, 10.000; tengo un promedio de 22.000 pesos. No tengo hijos, total que lo que haga es para mí".

Extraño entonces resulta lo que dice Angélica, una mujer de 22 años que tiene su plaza frente al Gran Hotel, a poco más de una cuadra de allí, pero que lo estaba remplazando el lunes que él no pudo ir a trabajar. Ella comenta que después de trabajar el día entero recibió una paga de cinco mil pesos, que a duras penas le sirvieron para pagar la pieza de hotel.

No me importa que no me quede para comer; lo importante es pagar la pieza". Madre soltera, ella es adicta a las drogas. Cuenta con el apoyo de su mamá en el cuidado y sostenimiento de su hija pequeña, pero ella debe vivir por fuera de casa.