Los viajeros de AKT llegaron a Alaska
El pasado 15 de marzo Diego Carmona y Andrés García iniciaron un titánico recorrido desde Panamá hasta Alaska. Cuatro meses después, el pasado 15 de julio, lograron su objetivo. Aquí su relato:
"Estábamos listos de nuevo para iniciar una travesía en motos AKT, esta vez hacia Centroamérica y Norteamérica. Alaska era la meta. Las compañeras de viaje (nuestras motocicletas AK235R, que estábamos testeando y que aún AKT no había lanzado al mercado) ya se habían adelantado vía aérea a la Ciudad de Panamá, donde iniciaríamos el viaje.
Los primeros kilómetros en la ruta, los hicimos rumbo a las islas de San Blas. Así continuamos el camino al norte hasta llegar a la frontera con Costa Rica.
La próxima parada fue San José, capital del país. Seguimos avanzando en nuestras motos AK235R y llegamos a una nueva frontera, la de Nicaragua. Siguió la isla de Ometepec, que es la más grande del mundo dentro de un lago de agua dulce.
Continuamos nuestro camino hacia Honduras, país con una de las carreteras más calientes de Centroamérica, por encima de los 42 grados centígrados. Esta nos llevaría hasta su capital Tegucigalpa, una ciudad ubicada entre montañas y con una excelente malla vial.
Conocimos el corazón del país por lindas carreteras secundarias donde las personas, en su mayoría indígenas, poco hablaban español. Su gastronomía se basa en el maíz, que es servido en todas las presentaciones.
El ingreso al Salvador lo hicimos con un poco de temor por los comentarios que nos habían hecho sobre las maras o pandillas, pero al igual que en Colombia, es más la mala publicidad. Las personas en este lugar son amables y serviciales.
En Guatemala la primera parada fue la capital, la ciudad donde más motociclistas de 'baja cilindrada' hemos visto desde que salimos de Colombia, lo que nos facilitó el mantenimiento de las motos.
En Bélice, el país más pequeño de América, tuvimos nuestro primer inconveniente: la persona encargada de inmigración puso trabas con la visa que habíamos sacado en Colombia. Al día siguiente, después de dormir en el pueblo fronterizo Melchor de Mencos, pasamos sin problemas. El oficial de inmigración era otro.
Ahora el próximo país seria México, donde la primera parada fue Cancún. Continuamos al estado más verde de México: Chiapas, donde se encuentran las cascadas Misol Ha y el famoso Cañón del Sumidero. Ya en el centro del país nos esperaba Ciudad de México, un lugar con más de 22 millones de habitantes que asusta a cualquiera con su tamaño, su tráfico caótico y su nube gris de smog. Visitamos lugares emblemáticos y continuamos hacia Acapulco, a partir de donde seguimos bordeando la Costa Pacífica, de la que destacamos las playas de Ixtapa Ziuatanejo y Vallarta.
El arribo a Estados Unidos lo hicimos por la frontera más congestionada del mundo: Tijuana. En un principio estábamos algo nerviosos, pero todos los trámites fueron sencillos y más rápidos de lo que pensábamos.
En los Estados Unidos todo cambia, todo más limpio y callado. El peatón y los motociclistas son muy respetados. La ruta nos condujo a San Diego y Los Ángeles, el bulevar Hollywood, el teatro Kodak, las playas de Malibú y Santa Mónica, el Gran Cañón del Colorado, Las Vegas y el Valle de la Muerte, que como su nombre lo indica, es para morirse del calor.
Casi nos insolamos, pero nuestras compañeras y amigas, las motocicletas, ¡como si nada! Respondieron muy bien. Hasta los carros que son refrigerados por agua se recalientan. Después de ese día tan, pero tan caliente, llegamos a San Francisco, la ciudad de los puentes, el Golden Gate y Alcatraz.
Ya en Canadá encontramos la multicultural ciudad de Vancouver y Stewart, una población entre montañas nevadas donde un apasionado de las motos y enamorado de Colombia nos dio un gran paseo en helicóptero.
Después de 10 días y cuatro mil kilómetros recorridos en nuestras fieles compañeras entramos a Alaska. Allí, en medio de la ruta te puedes topar con un oso negro, un alce o ver pasar un zorro veloz.
La última parte fue muy difícil, ya que en su mayoría es trocha y nos llovió todo el tiempo, además son 800 kilómetros donde no encuentras más que una estación de gasolina y grandes camiones de la estación petrolera.
Las motos llegaron embarradas, pero aunque, con frío, embriagados de felicidad al saber que después de cuatro meses y 24 mil kilómetros, llegamos hasta donde termina la carretera Panamericana, allí se acaba el continente: Prudhoe Bay.
Ahora, a descansar y retomar fuerzas para continuar por la misma ruta difícil que hicimos de subida. Con el orgullo en alto y la satisfacción de cumplir una meta, solo queda maquinar nuestro próximo sueño".