Histórico

LOS VICIOS SOCIALES EN MI PAÍS

26 de octubre de 2013

Después de legalizar la producción y distribución de la marihuana, el gobierno uruguayo acaba de anunciar que producirá también para expender una cajetilla de cigarrillos de esta hierba. El anuncio ha generado una aguda controversia no solo en el país, sino también en el mundo entero.

Durante el siglo XIX Colombia fue gobernada por una élite conservadora que se creía parte de la cultura europea. Sus actitudes marcaban una diferencia con las clases populares. Se creía con derecho a ser un agente civilizador, pues, a los pobres se les atribuía ignorancia y barbarie. Pero es poco conocido su comportamiento en privado, que era muy parecido a lo que hoy está viviendo la sociedad uruguaya con relación a la droga. En Colombia era peor su condición moral, pues, las restricciones del alcohol y la droga eran solo para las clases populares, mientras ellos, en privado, protagonizaban escándalos, amenizados por la droga.

Se condenaba públicamente la embriaguez mientras ellos lo hacían sin ninguna restricción, ocultando su conducta social. Un periódico en 1893 llamaba la atención sobre el consumo de morfina entre los jóvenes de las clases altas: "el vicio fatal de la morfina está haciendo estragos en los jóvenes de clase alta que se reúnen para consumirla, se han matriculado en el templo de los paraísos artificiales". A pesar de la sorpresa que causó esto, la élite no impidió que los jóvenes siguieran entregados a este vicio social. Se usaban la cocaína, el éter, el opio y hasta la Cannabis. Hay avisos de prensa que sin ningún recato publicitaban cigarros de la india que curaban el insomnio, la tos y la amnesia.

También en círculos intelectuales de poetas y escritores, se reconocía su gusto por las drogas. Por ejemplo, José Asunción Silva, el joven poeta perteneciente a la élite, en su novela "De sobremesa", definió como protagonista a un muchacho bohemio, adicto al opio y la morfina. Estudiosos han visto en este protagonista algunos perfiles autobiográficos del poeta.

Barba Jacob, contrario a Silva, era de la clase popular y escandalizó a la sociedad colombiana. Por el asiduo uso de la marihuana fue perseguido en el país, sin embargo, en una ocasión fue invitado por la junta directiva del Club Unión, el sitio más exclusivo de la aristocracia antioqueña. En un salón atiborrado de muchachos fumando marihuana, el poeta, en medio de una traba tremenda, intentó declamar el poema "La Canción Azul", pero se le olvidó. Con dificultad se levantó y dijo: "Jesucristo nació en un pesebre. ¡Ah…, carajo, de donde menos se piensa, salta la liebre". Y salió del auditorio.

Luego se empezó a prohibir mediante leyes que penalizaron el consumo, tanto que, se volvió cada vez más soterrado. "Dentro del templo de los paraísos artificiales, dentro de este culto macabro y repugnante, existe una especie de masonería cuyos secretos son ya difíciles de descubrir", publicó la revista Gráfico, en 1925.

Sobre el tema, el extraordinario investigador Óscar Guarín Martínez señaló que "es igualmente interesante que estos comportamientos se hayan desarrollado sin mayores contratiempos bajo la hegemonía conservadora, época en que la iglesia católica presumiblemente hubiera contrarrestado estos comportamientos". Es paradójico, pues, que mientras Uruguay da pasos agigantados, Colombia, que tiene una larga historia en el tema, aún no le dé la cara