Luces para sacar de las tinieblas el texto teatral
Hace 24 años, Óscar González es asesor literario de algunos grupos de las artes escénicas en la ciudad.
Un tipo más teatral que Óscar González, es difícil encontrar. Sin embargo, más complicado resulta hallar a alguien que, como él, se dedique a asesorar a grupos de teatro en materia literaria.
Con lo de teatral decimos que es teatrero. Siempre busca causar efecto en quienes lo perciben; provocarlos. Su actitud ante la vida es netamente estética y todo en él, su gesto, su palabra, su pensamiento, su andar, todo, dice de un sujeto que vive la realidad como una ficción —y viceversa—.
"Mi relación con el Teatro, es problemática en todo momento, o sea, me instalo en él, de manera crítica".
Hace 24 años comenzó a representar ese raro papel, el de la asesoría literaria, que él prefiere no llamarla así, sino "intervenciones teatrales para causar trastorno de los sentidos..." Fue en el Teatro Matacandelas, durante el montaje de la obra O Marinheiro, de Fernando Pessoa.
No fue un asunto intencional. Se dio como una conversación etílico-literaria con Cristóbal Peláez, el director de ese grupo teatral, que fue siguiendo el misterioso camino de la exploración metafísica, poética, dramatúrgica, etcétera de la obra del portugués. Del teatro de la quietud, de la influencia de la Cábala... "Nunca me preparé para hacer esta tarea, de manera consciente".
De ahí derivó una metódica, sustentada en la propuesta de Friedrich Nietzsche, planteada en sus obras sobre la tragedia, la cual constituye una orientación del teatro occidental. González la pone en diálogo con las del teatro oriental. Y de mil autores más.
Además del nombrado, acuden a su saber e instinto de insaciable lector, La Hora 25, Oficina Central de los Sueños, Elemental Teatro, Anamnésico Teatro y El Trueque.
Hedonista, encuentra la esencia en el goce de las narrativas, los dramas, los gestos, las palabras —"un hedonista asceta", dice un contradictorio González—.
Se reúne en una suerte de ritual con el director y los actores. Nadie más. "Para conformar una comunidad estética". No dice a un colectivo teatral lo que dice a otro, porque el discurso parte de los principios estéticos de cada grupo.
Que no le preguntemos cuáles han sido los montajes más complejos. Que más bien le indaguemos sobre cuáles ha disfrutado más: "O Marinheiro, con el Matacandelas, que fue mi principio; Una temporada en el infierno, de Rimbaud, y Amérika, de Kafka, con la Oficina Central de los Sueños; El jardín del Palacio, con Elemental Teatro; Pasajero a Betania, sobre Gonzalo Arango, con El Trueque; y el último Hamlet de La Hora 25, "porque es la suma de todos los Shakespeare en los que yo había intervenido".