Mariposarios, un cuento que vuela
Lugares mágicos para ver mariposas y aprender de ellas. Hay muchos mitos y se desconoce su importancia.
Como está haciendo sol, las mariposas están volando y los niños, que no miden más de un metro, que entran sin miedo al mariposario del Jardín Botánico, no alcanzan a señalarlas. Ellas no se quedan quietas. Vuelan por encima de las cabezas, y hasta por debajo de los pies. Están por todas partes en ese espacio lleno de plantas, muchas, encerrado por una malla.
Aunque si estuviera haciendo frío, no estarían tan inquietas. Ellas no pueden calentarse a sí mismas. "Con sus alas extendidas — se lee en zoológico Santa Fe —ganan calor del sol hasta que sus músculos de vuelo están lo suficientemente calientes para volar".
No son muchos los mariposarios que hay en nuestra región, porque tampoco es fácil tener uno y se necesitan permisos. Hay dos características importantes en las que coinciden el del Jardín Botánico, el Zoológico Santa Fe y el del Parque ecológico Piedras Blancas: son pedagógicos y manejan el concepto de conservación.
En el jardín
Cuando Vladimir Agudelo empieza a hablar, se emociona. La historia no se la sabe de memoria. Parece que fuera de él, que la supiera de toda la vida. Su afición es la entomología y a lo que se dedica, precisamente, es a la lepidopterología, es decir, al estudio de las mariposas. Parece enamorado de ellas y las cuida en el Jardín Botánico. Él es el hombre de las mariposas.
Entonces explica que la labor de La casa de las mariposas es, sobre todo, pedagógica. "A los niños se les enseña el proceso. A los adultos se les recuerda. Es muy bonito enseñarle a los pequeños, pero no hay palabras para describir la emoción de un adulto".
Lo pedagógico está en el recorrido, en la posibilidad de ver y de escuchar que la mariposa empieza a ser en unos pequeños huevos, de los que sale un gusano, que es más bien gusanito, al que se le llama oruga. Después se transforma en pupa o crisálida y cuando este se rompe sale la mariposa.
Le interesa desmitificar. "En 400 años no han picado a nadie, no te van a picar". No viven un día, es muy raro, si bien es posible, por ejemplo, si otro animal se las come.
En lo de conservación le interesa recuperar las plantas, porque las mariposas necesitan unas muy específicas. Ahí empieza la labor de conservación. Lo otro está en el interés por recuperar las plantas, muchas que la gente, por desconocimiento, ha cortado pensando que es rastrojo o maleza.
Las mariposas son muy importantes en el medio ambiente, precisamente por esa relación con las plantas. Son bioindicadoras y coevolucionadoras. Ellas están donde esté la planta específica de la que se alimentan. Así, si está la mariposa, está también la planta, si una muere o evoluciona, la otra igual. Cuando no están las mariposas de mata específica, ese es el indicador de los expertos para saber que pasó algo con ella-
En este lugar hay dos espacios. El laboratorio, donde Vladimir las cría, que es donde están los frascos, las pupas y nacen estos insectos, y la zona de vuelo, donde se pasean de lo lindo. Ahí comparten con las personas, mientras las mariposas vuelan encima. La condición, eso sí, no tocarlas, porque eso que parece polvo, que realmente se llama escamas, al tocarlo se pierde y eso les quita capacidad de vuelo y, por tanto, de reproducción. Las hembras seleccionan a los machos por su fuerza, que demuestran al volar.
Vladimir tiene, en este momento, 15 especies. No todas se pueden criar allí, que es un espacio pequeño. Solo las de vuelo corto.
Entre sus tareas está la liberación, responsable. Uno de sus sueños es que Medellín vuelva a tener mariposas. En el jardín ya lo logró, sembrando las plantas necesarias.
Los pequeños miran. Vladimir también. Esa es la recompensa, cuando los niños observan con asombro, aprenden y entienden, superfácil, que basta mirar para compartir con esos insectos voladores.
En el zoológico
Este recorrido incluye un camino con curvas, de una esquina a otra. En la mitad, las mariposas vuelan, igual entre las cabezas y los pies, por supuesto, si está haciendo calor.
A los lados del camino hay casi un bosque pequeños y comederos. En la papaya están las búho, esas mariposas que muchos, cuando las encuentran, les buscan el número para jugar la lotería.
Las cebras, en su nombre vulgar, están moviéndose, rápido. Además hay monarcas. En el mariposario del Jardín hay ocho especies. "El tiempo que viven es relativo. Entre 25 y 30 días. Algunas duran hasta tres meses", relata Julio César Restrepo, el cuidador.
La idea de este espacio es pedagógico. Es una exhibición, expresa Darwin Ruiz, nutricionista del zoológico, en el que la gente hace el recorrido junto a las especies.
Allí tienen zona de vuelo y laboratorio, donde crían las especies. "Cuando la oruga está lista —continúa Julio César—se cuelga boca abajo. La piel se cae y queda la pupa, esta es verde y se endurece. En 20 días sale la mariposa".
El nutricionista indica que en el mariposario es muy importante el cuidado y la dedicación, por eso aunque en otras zonas un cuidador puede tener varias especies, para estos insectos hay uno dedicado a ellas.
El público no molesta, siempre y cuando, otra vez, no las toque. Su recomendación es que el recorrido se haga despacio, para poderlas ver e, incluso, no irlas a pisar.
En Piedras blancas
El mariposario de Piedras Blancas tiene, como idea principal, programas de educación, investigación y conservación. "Nosotros criamos las mariposas de la región. Tenemos las plantas hospederas y las alimenticias, y la cría a nivel del laboratorio", comenta la entomóloga Patricia Duque.
Todos los días nacen —en los otros también, casi todos— y muchas son liberadas, porque en el parque tienen sembradas las plantas que necesitan para que pongan huevos, porque les interesa, muchísimo, la conservación.
Las que no sueltan son las mariposas de otras regiones, porque "introducir especies en una región es fatal para las que son de allí". Respetan la distribución y el equilibrio, pero las tienen para conocerlas y porque las condiciones del lugar lo hacen posible.
En un mariposario no se pueden tener todas las especies. En la región hay una que es propia, que es conocida como la mariposa del mediodía, pero no se debe criar allí, porque requiere volar grandes distancias para reproducirse. A Vladimir, por ejemplo, le piden mucho la Azul, pero pasa igual. En un espacio tan pequeño ella no estaría bien, por lo que es mejor no tenerla.
En Piedras blancas hay 12 especies, entre ellas las de alas de cristal con bordes de algunos colores, que le gusta mucho a la gente, por su belleza y porque aunque es de la zona, no es muy conocida, en tanto es del interior del bosque, de vuelo lento. Son muy extrañas, no están en la cotidianidad. Patricia cuenta que las han logrado tener en el mariposario, conservarlas y hacer que se reproduzcan.
Dentro de las actividades que ofrecen están los talleres, sobre todo para niños. "Las personas tienen la oportunidad de estar con las mariposas, ver todo su ciclo de vida en vivo. También las distintas crisálidas, que están exhibidas. Tenemos todo el proceso, donde se pueden ver las larvas, los huevos. Les contamos el ciclo vida, tienen la oportunidad de verlo y de saber de su importancia en el ambiente, por qué conservarlas, a ellas y a las plantas y malezas, de las que se alimentan".
Las mariposas son todo un mundo, que empieza cuando ellas vuelan, o no. Cuando, solo por mirarlas, los colores que tienen en las alas brillan. Eso no se ve en las cámaras, eso se nota cuando ellas, aunque haya sol, se ponen un momentico en la planta o en la sandía y abren las alas o las cierran despacio. Después está descubrir los secretos, como que ponen muchísimos huevos al día —todos los días se reproducen—, pero no todos se vuelven mariposas.