Histórico

Medellín en los días fuertes de las compras

Muchos ya madrugaron a comprar traídos y regalos. La oferta del Centro es amplia y el comercio formal compite con el informal. Hay zonas de alta congestión y otras muy tranquilas.

07 de diciembre de 2012

Mientras micrófono en mano Diego Pérez, empleado del almacén de variedades Casa Linda, en Carabobo, grita a todo pulmón "siga, siga, que estamos de promoción", en el local de ropa interior Diene y Geordi, de Junín, Claudia Hincapié espera tranquila los clientes.

Todo es contraste. En ambos sectores, como en todo el Centro, la Navidad está en furor y ya empezaron a activarse las compras. El Centro tiene el encanto, el color intenso de diciembre, es un hervidero y aunque el paisaje cambia radicalmente de una zona a otra, es el cliente el que escoge, entre muchas opciones, la mejor para su gusto y presupuesto.

Para quienes prefieren una compra tranquila, sosegada y sin tanto bullicio, Junín y la zona del Camino Real puede resultar ideal.

Así opina la joven Catalina Jaramillo, que ayer visitó varios almacenes de este sector y aunque reconoce que puede ser un poco más costoso, eligió esa opción antes que estresarse entre el gentío.

"Me gusta más venir por acá, porque no tengo que estar cuidando el bolso, no roban, ando tranquila, venden de todo y también se consiguen cosas baratas", comenta Catalina, que madrugó para evitar la congestión de la tarde.

Claudia Hincapié y sus compañeras de almacén destacan de Junín la calma, la seguridad y la organización, "estos almacenes no se llenan tanto y podemos atender a los clientes con más paciencia, darles gusto", indicó.

En este tradicional pasaje, a donde básicamente se acude a comprar vestuario, no compiten los informales con los almacenes, todo es orden, y la calle es despejada para andar.

Los agites de El Hueco
Pero todo cambia cuando se sale hacia San Antonio, el Parque Berrío y el sector de El Hueco, en Guayaquil.

Acá es clara y dura la competencia entre el comercio formal e informal y aunque está demostrado que es imposible el control, por lo menos se intenta poner orden.

Carabobo, como nunca antes, se inundó de ventas callejeras. Y se ve todo: puestos de tinto, fritangas, toldos con ropa, carretillas con velas y faroles, artesanías, cobijas, kits de aseo en "promoción" y un perrito de juguete que brinca y ladra todo el tiempo y es la sensación de diciembre.

"No podemos sacar a los informales porque son demasiados, toca recomendarles que sean organizados y dejen a la gente caminar", señala un funcionario de Espacio Público que intenta poner orden en los puestos de Maturín.

Yefry Castaño y Beatriz Sarrazola, que tienen sus kioscos de ropa en el pasaje Pichincha, admiten que este año hay demasiado competidor.

"Las ventas no han despegado porque la plata está repartida, todo está muy ‘graniadito’, pero ahí se va yendo uno", dicen mientras un compañero de puesto improvisa un vestier callejero y le mide una camisa a un niño de seis años. La compradora recalca que en la calle todo lo consigue más barato.

"En esos almacenes cobran hasta la entrada, entonces toca en la calle", dice y continúa el regateo, algo que en un local no podría hacer.

"Es que nosotros no pagamos IVA, ni servicios, ni empleados", admite Castaño, "y por eso damos barato".

Calidad y garantía
A unos pocos pasos, Carlos Andrés Morera, del almacén de ropa de moda Jogo, advierte las gabelas y ventajas que tiene para el cliente comprar en un local comercial.

"Nosotros tenemos marca propia, son prendas exclusivas y de calidad. Además, generamos empleo, en diciembre somos 8 empleados y todo el año son dos, atendemos con toda comodidad". Su opinión es la misma de varios dueños o administradores de locales.

Y hay clientes que los eligen precisamente por esos detalles: "A nosotros nos parece mejor el almacén, hay calidad, uno puede reclamar, y no nos parece que las cosas estén tan caras", conceptuaron los esposos Lina Restrepo y Wálter Salazar, que en Hollywood, centro comercial, compraban el traído de su hijita de dos años.

"De todos modos hay para todos", alertó una joven empleada de un almacén de ropa interior. La clave es rebuscarse o inventarse formas de atraer clientes. Poner precios que terminen en 999, acudir a payasos o exhibir la mercancía lo mejor posible.

Una que da frutos es la de Diego Pérez, que a punto de beber agua a cada rato, mantiene a tono su garganta para invitar a los transeúntes a ingresar a la miscelánea.

"Hace dos años lo hago, ya sé improvisar", señaló y continuó con su tarareo infinito, de todo el día, "siga, siga, que estamos de promoción...".

Es el desquite: Fenalco
Fenalco advierte, a su vez, que el año no fue bueno para el comercio. El solo sector automotor cayó 4 por ciento, a pesar de que de 320 mil carros nuevos que se vendieron en el país, 50 mil fueron en Antioquia.

El director ejecutivo de la entidad, Sergio Ignacio Soto, manifestó que los comerciantes esperan la recuperación.

"Este mes representa el 25 por ciento del total del año", dijo. Se calculan ventas por 10 billones de pesos, lo que marcará un repunte y una reactivación de la economía local.

En 2011, el comercio tuvo un ascenso del 13 por ciento, pero este año sólo ha sido del 3, un golpe a las finanzas. Por eso, al ver el Centro movido y los almacenes con clientes, a Soto se le exalta el corazón.

"Hay inventarios desde octubre, mercancía nacional e importada y estoy optimista de que vamos a salvar el año".

Estudios indican que el 98 por ciento de los antioqueños celebra la Navidad. Y 54 por ciento de los regalos que se dan es superior a los 300 mil pesos, "una cifra que dinamiza la economía", resalta Soto.

Otro gran aliado es el alumbrado, que atrae turistas y hace que lleguen personas de toda Antioquia y el país.

"Hasta gente que va para la Costa desde Bogotá o el Eje Cafetero hace escala dos o tres días, eso nos favorece mucho", destacó el directivo gremial.

Pero pide algo vital: reforzar la seguridad, pues la delincuencia también se agazapa a hacer su Navidad de cuenta de la ciudadanía.

Los comerciantes recomiendan tomar precauciones: usar más el dinero plástico, no sacar grandes cantidades de dinero y acudir a la Policía cuando sea del caso. Y ese adagio popular tan sabio por esta época: "no dé papaya". Los asaltantes están al acecho.