MI APORTE ES “NI CREER NI SER CÓMPLICE”
"Si partimos de una mentira, se cometerán una serie de mentiras que luego cuando queremos revertir la situación es imposible porque la mentira ya formó un precipicio entre los crédulos y la realidad"… "Cuando la mentira es generalizada, acompañada por la verdad de los crédulos y acrecentada por los diarios, la mentira es transformada en verdad": José Luis Senlle
En asuntos humanos, puede que un incrédulo dificulte la materialización de algún proyecto, pero nada más peligroso para la existencia de todo y de todos que las hordas de crédulos que se sienten con la razón por ser muchos.
La incredulidad con razones obliga a mejorar las propuestas y a pulir la fórmula para el logro, pero la credulidad ciega no es la señal de las mentes sumisas, sino las de los apocados sin capacidad de raciocinio. Pensar es difícil. Tragar entero, fácil.
Insistir sobre lo mismo es desagradable para un columnista y para quienes nos leen, pero es que la trampa que en forma de telaraña mediática está tejiendo este gobierno para conseguir a "cualquier costo" la rendición del país y de su dignidad, disfrazándola de paz, obliga.
La multimillonaria y asfixiante campaña publicitaria que este gobierno está haciendo en televisión, de "Mi aporte es creer, yo creo en la paz", es un insulto a los colombianos y a su capacidad de raciocinio, y la mejor muestra de que este proceso, mal planteado e inoportuno, va muy mal, como lo demuestran las declaraciones de ambas partes, y tiene desesperado al gobierno que esperaba con ello ocultar su ineficacia y reelegirse.
Llegar al extremo de que los colombianos "crean" en vez de que estén "convencidos", es la prueba final de que el gobierno no tiene argumentos y se sabe perdido.
Que el gobierno no esté interesado, como nunca lo ha estado, en que los colombianos tengamos todo claro y que no haya cartas por debajo de la mesa, muy propio de tramposos, que sepamos qué se está negociando, cuál será el precio y quiénes serán sacrificados, por ejemplo a 47 millones de colombianos vivos y la sangre y dignidad de miles que murieron por este país defendiendo la ley y a los conciudadanos, todo ello es la irrefutable señal de que estamos en manos de irresponsables en Bogotá que dicen ser gobernantes y de un cartel de asesinos narcotraficantes en Cuba, que la academia mamerta ha vestido de "actores políticos" para ella también mimetizarse.
El gobierno no quiere que se sepa nada, pero sabemos el porqué.
Mañoso como siempre, pretende apelar a la buena fe de los colombianos para que una mayoría de crédulos intoxicados por llamamientos a la paz, le firmen un cheque en blanco en un referendo de una sola pregunta: "¿Quieren la paz o la guerra?".
La paz es un medio, no un fin, y por eso no puede ser a cualquier precio ni menos con impunidad.
La cosa no es creyendo. Y si fuera creyendo ni el Presidente ni las Farc son de fiar, y los hechos gritan. Los actos de fe son para con Dios y para los que de verdad son "santos".
Ni crédulos ni cómplices, ese es nuestro aporte a la verdadera paz.