Mi Sangre forja jóvenes constructores de paz
En una experiencia piloto, la Fundación llevó jóvenes de estratos altos a barrios vulnerables.
Aunque nació y vive en Medellín hace 13 años, Simón Giraldo no conocía territorios como Moravia, o la comuna 13. Su ámbito se limitaba al barrio donde vive, uno de los de estrato alto de la ciudad, e incluso tenía prejuicios sobre los otros territorios.
-Yo creía que eran desordenados, como hormigueros, y que había mucha violencia-, relata este adolescente, que hace una semana, gracias a la Fundación Mi Sangre y su programa Experiencias como Constructores de Paz, visitó esas zonas y descubrió que en vez de caos, hay orden, gente amable, escenarios de cultura y convivencia.
-Vi que la gente es feliz, que hay unión-, dice Simón.
Su mismo recorrido lo hicieron otros 7 niños y jóvenes de colegios privados, a quienes Mi Sangre expuso a vivencias en territorios que han estado marcados por violencia, pobreza y abandono estatal, casi que a ir contra sus prejuicios y los de sus padres, para que se contagiaran y aprendieran que las realidades son distintas a lo que imaginaban.
-Durante 7 años trabajamos con poblaciones vulnerables y afectadas por diversas violencias, llegando a 65.000 niños y jóvenes de 23 municipios del país, pero este año quisimos vincular a los de estratos socioeconómicos más altos en temas de transformación social y construcción de paz, porque si no involucramos a los futuros tomadores de decisiones será más difícil la paz-, explicó Catalina Cock, directora de la Fundación.
Durante cinco días compartieron con muchachos de Moravia, Manrique, la comuna 13 y el Museo de la Memoria, donde apreciaron la capacidad de superación que han tenido estas comunidades pese a tanta adversidad. Catalina siente que el resultado fue positivo:
-Ellos expresaron su emoción, quedaron con ganas de regresar y traer amigos, uno dijo que entendió que la paz no es solo entre políticos y la guerrilla sino un lenguaje que debemos hablar todos-.
Del otro lado estuvo Giovani Moreno "Niche", rapero de la comuna 8, que con su colectivo AK 47 ha cautivado a jóvenes en riesgo para que vean en el arte una opción de vida.
-Gracias a la metodología Pazalobien, de Mi Sangre, estamos trabajando el respeto, la convivencia y la paz-, relató.
Fue una prueba piloto, pero con resultados positivos. Un grano de arena en ese camino de construir una ciudad para todos, sin exclusiones, que hable de paz y de vida.