Histórico

Mónica busca tras los muros

12 de octubre de 2009

Su único regalo de Navidad, recuerda, fue una muñeca que su madre les compró a ella y sus dos hermanas.

En Ortega, Tolima, su tierra natal, Mónica y sus siete hermanos, crecieron a punta de aguapanela, quesito y pan.

No fueron pocas las carencias, que la coordinadora de la sede de primaria de la Institución República de Honduras, tuvo en su niñez.

Hoy, no quiere que su historia se repita y la tarea no es fácil, pues son 380 alumnos con los que se ha comprometido en mucho más que lo académico.

En sus quince años en la sede La Rosa, ha sido testigo de situaciones de pobreza más desesperantes que las que vivió.

"En 2004, en una ocasión el río se creció y se llevó las casas de varios de mis alumnos" narró.

La mayoría de niños, habitantes de la invasión Sinaí del barrio Zamora, comen una vez al día, lo del restaurante escolar.

A Mónica le han llorado de hambre, y a ellos se los ha encontrado pidiendo plata en semáforos, horas después de terminada la jornada.

"Mi misión debía trascender los muros de la escuela, llegar hasta las necesidades de cada familia y ayudar a los niños a tener una infancia feliz."

Ante tanta necesidad, la maestra necesitaba de la generosidad, no solo de unos pocos, sino de cuantos se pudieran unir a su causa.

Sentada frente a su pantalla, se ha dedicado a redactar cartas, buscar en Internet y a hacer llamadas, todo buscando patrocinadores de su generosidad.

Su gestión en nombre de los niños ha logrado sensibilizar empresas, comunidades religiosas, universidades y particulares e incluso que una ONG española ayudara a su comunidad.

Se consiguió el uniforme, quién los lleve hasta el Juan Pablo II a las jornadas recreativas, busca mercados para las familias, evaluaciones neurológicas de 400.000 pesos para sus estudiantes con necesidades educativas especiales. Para cada carencia específica la profe encuentra el benefactor.

Para que las mamás tengan trabajo ha logrado que empresas textiles les regalen retazos, con los que ellas confeccionan ropa que venden en el sector de El Hueco.

Con el apoyo de la ONG, a Beatriz Castrillón le ayudó a adquirir casa para remplazar la de tablas y plástico en la que vivía con sus tres hijos, dos alumnos de La Rosa.

Hoy entre tantas gestiones, logró que un colegio de la ciudad y un almacén de cadena, le entreguen 380 regalos para que la de 2009, sea una Navidad feliz.