Histórico

Motos chicas para grandes emociones

NO SE DEJE engañar por el tamaño. En estos pequeños aparatos se encierra un gran poder y velocidad que ponen a prueba los pilotos.

30 de abril de 2010

No despegan más allá de cincuenta centímetros del piso, pero quienes las conducen están como mínimo por los 1.35 centímetros. Parece que fueran a rodar por el suelo en cada giro, con cada acelerada, o al tomar una curva.

Pero no, demuestran un dominio total de la máquina y pasan raudos frente a los espectadores que, muchos, se preguntan cómo diablos hacen para controlar un aparato tan pequeño y ellos tan desproporcionadamente grandes.

El tamaño no importa
Esa es la sensación que le dejan las minimotos a quien por primera vez toma contacto, al menos como espectador con este espectáculo de velocidad y pericia en dos ruedas.

Una afición que William Moncada un joven envigadeño ha sabido desarrollar e inculcarle a otros, como Andrés Chadid y Darien Cifuentes, dos pequeños de no más de 11 años que hoy día son dos de las cartas más representativas de este deporte no solo en Antioquia, sino en todo el país.

Estos pequeños bólidos comenzaron como una goma de algunos apasionados por la adrenalina en dos ruedas, que le robaban algunas horas y unos metros a una calle para correr, luego la afición pasó a las instalaciones del ya cerrado y destruido kartódromo.

Hoy compiten aquí y allá en algunas pistas mejores que otras, pero siempre con la pasión como motor que los impulsa.

William llegó a esto luego de pasar por otros deportes, aunque siempre con un ojo puesto en los motores. Por su parte Andrés y Darnier ya desde niños tienen claro que las tuercas y los fierros son su mundo.

Andrés se inició con el bicicross pero rápidamente migró a las dos ruedas con propulsión mecánica y Darnier, impulsado por su padre se destacó en la moto velocidad con competidores mayores y hoy muestra orgulloso trofeos y medallas ganadas a pulso y control en su aparato.

Y aunque en la pista deban enfrentarse, por fuera, como dos niños normales que se hacen bromas entre ellos, son amigos y se apoyan de manera mutua, se alegran con la victoria del otro, o sufren cuando las cosas no salen tan bien.

¿Patrocinio? El mercado
Además cuentan con el apoyo de sus padres, también gomosos del tema y que se han convertido, a falta de patrocinio del sector privado, en los principales impulsores de las carreras de sus hijos.

"A veces toca mercar un poquito menos, o comprar más pollo que carne, pero la idea es que ellos puedan participar en los campeonatos", comenta uno de los papás que anima a sus hijos desde la tribuna.

"Cuando llegamos a una competencia ya sentimos un gran logro, despúes, como nos devolvemos para Medellín ya veremos, lo importante es participar y demostrar de lo que somos capaces", añade William Moncada, que se ha convertido casi que en un apóstol en Antioquia de este deporte, y aboga por más apoyo oficial para las disciplinas del motor que generan tantas satisfacciones deportivas y afición.

En tiempos recientemente idos tenían por lo menos el viernes en la noche para entrenar y poner a punto sus máquinas en el viejo kartódromo. Hoy de eso no queda nada, pero aún así no cejan en su empeño por sacar adelante un deporte que en el mundo es tan respetado y competido como cualquiera de las válidas del Campeonato de Moto GP.

Aún contra los inconvenientes de no tener un sitio fijo de competencia y práctica y de arañar el bolsillo para cumplir el sueño de correr en ellas, los pilotos y sus familias, las minimotos parece que llegaron para quedarse.