Murió una leyenda: "El Capi" Ospina Navia
Luchando por la vida hasta el último momento murió en la noche del sábado anterior en una clínica de la ciudad de Santa Marta el capitán Francisco Ospina Navia, un hombre que a pesar de no haber nacido en Santa Marta, la quiso como un hijo nativo de esta tierra, defendiendo ante todo la naturaleza que le rodea, el mar, el Parque Nacional Tayrona y la Sierra Nevada de Santa Marta.
‘El Capi’ Ospina Navia, como cariñosamente le llamaron en todo el departamento del Magdalena nació en el año 1924 en el municipio de Usmed (Cundinamarca) hace 86 años y su amor por la naturaleza y sobre todo por el mar, lo hizo convertirse en un experto navegante, recorriendo en embarcaciones de todos los tamaños no solo a Colombia, sino también a otros países del mundo, recibiendo importantes reconocimientos nacionales e internacionales.
En sus recorridos por todo el país a través del mar llegó a Santa Marta en la época de los años 1950 y enamorado de las hermosas playas de El Rodadero y la bahía se asentó en esta ciudad, convirtiéndose años más tarde en capitán del Puerto de Santa Marta.
Conformó su familia con la señora Mercedes de Armas de Espinosa, de cuya unión nacieron Juan Carlos, Ana Lucía (q.e.p.d.), Mercedes, Marta Inés, María Cristina y Franco Ospina, quien le ha seguido sus pasos en el mundo de la navegación.
En sus últimos años de vida estuvo acompañado de sus hijos, 19 nietos, 3 bisnietos y también de su segunda esposa la economista bogotana, Tatiana Torres del Río, quien compartió y trabajó junto a él en interesantes proyectos en pro del medio ambiente que rodea a la Perla del Caribe y por los hermanos mayores, los indígenas que habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Sus últimos deseos]
Sus seres queridos le harán cumplir sus últimos deseos, pues el pidió que lo cremaran y arrojaran sus cenizas al mar, específicamente al frente del Acuario y Museo Mar El Rodadero ante la presencia de su familia, por este motivo, se espera que regrese a la ciudad, su hijo Franco Ospina de Armas, quien en estos momentos se encuentra navegando en su velero en los mares de Indonesia.
Al capitán Francisco Ospina Navia, se le debe mucho, comenzando, porque fue creador de la Fiesta del Mar en el año 1959 al lado del también navegante José ‘Pepe’ Alzamora, y del profesor Emilio J. Bermúdez, director de la primera oficina de Turismo que existió en la ciudad en ese mismo año.
Además de formar parte de la organización de la Fiesta del Mar, construyó el Acuario y Museo Mar El Rodadero, uno de los atractivos turísticos más visitados de Santa Marta, que colaboró en el desarrollo del turismo nacional e internacional, pues persona que llega a la bahía más linda de América no deja de darse la rodadita al Acuario en El Rodadero, en donde se exponen importantes especies marinas, bajo el cuidado del personal que labora en esta empresa que estuvo al mando del ‘Capi’ Ospina Navia antes de caer enfermo de una grave enfermedad, ahora su familia, especialmente su actual compañera Tatiana Torres del Río se dispone a mantener vivo el legado que este gran hombre de mar le deja a la capital del departamento del Magdalena.
Defensor de la fauna y la flora
El Capitán Francisco Ospina Navia fue además, un gran defensor de la fauna y la flora marina, tanto así que muchas veces y con una gran valentía no dudó en enfrentarse a las autoridades locales de turno para expresar su inconformismo ante algunas medidas que consideraban contraproducentes, especialmente aquellas que podía atentar contra el medio ambiente, como el transporte de carbón muy cerca de la zona turística en la ciudad de Santa Marta.
Ospina Navia, también fue el creador del proyecto Tayronaka, un área ecológica en comprensión del Parque Natural Tayrona, región en donde presta apoyo a miembros de la comunidad indígena Kogui, a la que ha defendido y ayudado durante los últimos años, pues él considera que a los hermanos mayores se les debe respeto y a ellos se les puede aprender ante todo el amor y la defensa de la naturaleza.
Con Tayronaka en el Parque Nacional Tayrona, tuvo la oportunidad de conocer detalladamente a la comunidad Kogui, y les ayudó a reconstruir las terrazas al estilo Tayrona, permitiendo el manejo de los terrenos empinados en las estribaciones de la Sierra Nevada.
En los últimos años, la gestión y el manejo del acuario de Santa Marta ‘El Capi’ se lo delegó a sus hijas. Pero siempre estuvo pendiente de este lugar, pues sigue siendo un atractivo fundamental del turismo y que seguramente se mantendrá vigente por mucho tiempo por la importante labor educativa y turística que representa en la capital del Magdalena.