"Nada te turbe... todo se pasa"
Acepté la invitación de Mariengracia y el tío Nicanor para quedarme con ellos y acompañarlos en el año nuevo.
-De pronto, hijo, una temperadita aquí con nosotros te sirva y hasta logremos exorcizar esa melancolía que te apabulla siempre en los fines de año. Y te voy a dar desde ya la fórmula para espantar la tristeza: haz tuya la letrilla de Santa Teresa, esa que empieza: "Nada te turbe?
-Usted me la hizo aprender de memoria hace ya mucho tiempo: "Nada te turbe,/ nada te espante/, todo se pasa,/ Dios no se muda,/ la pacïencia/ todo lo alcanza,/ quien a Dios tiene/ nada le falta:/ Sólo Dios basta".
-Muy bien. Y es correcta esa diéresis en la primera i de paciencia, para deshacer el diptongo, porque es un verso de cinco sílabas, como todos los de la letrilla, que en el fondo no es una letrilla al estilo clásico, sino un poemita íntimo, personal, para uso privado, que se vuelve oración a medida que se recita.
-A ver, tío, explíqueme eso.
-A mí siempre me ha llamado la atención que Santa Teresa, que era una excelente versificadora como buena lectora de poesía desde joven, hubiera escrito esta letrilla en versos pentasílabos, construyendo una inesperada estrofa de nueve versos, que no es lo común en esa clase de composiciones, y con asonancias y consonancias apenas insinuadas. Lo cierto es que la confección literaria de la letrilla facilita la memorización, fundamental para el efecto oracional, meditativo y contemplativo que se propone.
-Una especie de soliloquio.
-Exacto. Santa Teresa se habla a sí misma. Fíjate, como lo advierten los estudiosos de las obras teresianas, que ella generalmente no tutea a nadie en sus escritos, ni siquiera en sus cartas. Cuando usa el tú lo hace o para hablarse a sí misma, o para transcribir palabras que Dios le dirige, siempre tuteándola. (Qué bello eso, que Dios lo tutea a uno.)
-Entonces no son consejos que la Santa da a sus lectores.
-No. Y por eso, lo recomendable -pienso yo- es repetir el texto teresiano en ese sentido de soliloquio, de hablarse a sí mismo.
-Entonces, padre, no es propiamente un código de conducta, un comprimido de vida ascética o de estoicismo.
-Ni mucho menos. Es la comprobación de los efectos que deja en el alma el trato de amistad con Dios. Tiene el valor de un testimonio y puede ser también, si se recita a manera de "mantra" una terapia interior.
-¿Un poema sapiencial?
-No propiamente. Más que un salmo sapiencial o gnómico, que llaman, es decir, sentencioso (o sea que recoge sentencias como en los géneros moralizadores) el "Nada te turbe" es un poemita místico plasmado en versos breves que suenan a sentencias pero no son sino comprobaciones de los efectos que deja la vivencia mística, entendida al estilo teresiano de trato de amistad, de unión de amor con Dios.
-"Nada te turbe, nada te espante?"
-Hay que procurar rastrear un poco el significado de esos ocho verbos que utiliza Santa Teresa, lo que significaban en su época, en sus escritos. Por ejemplo, nada te turbe puede ser nada te inquiete; nada te espante podría sonar a nada te escandalice o asombre, etc. etc. Pero sería muy largo explayarnos en el tema. Dejémoslo para otro día.
-Bueno, tío. Gracias por este regalito de la letrilla teresiana.
-Rézala, recítala, medítala, saboréala, respírala, cántala, grítala. Sentirás, sobre todo en los momentos duros y difíciles, tal vez no una solución o el consuelo que buscabas, pero sí el milagro de estar abierto a Dios en una actitud de amor y de fe en la que asumes con paciencia -que es muy distinta de la resignación- la condición humana. Que así sea el feliz año para todos.
-Pues, tío, dejar atrás el año viejo tal vez sea la mejor manera de comprobar que "todo se pasa".