Neurocirugía funcional: mejor calidad de vida
El procedimiento no cura las enfermedades, controla síntomas y permite vivir en mejores condiciones.
Los resultados son contundentes. Entre un 70 y un 90 por ciento mejoran los síntomas de los pacientes, eso sí, dependiendo de la enfermedad: alzhéimer, párkinson, diferentes trastornos del movimiento o psiquiátricos. Todo esto se logra con una intervención tan sencilla, pero a la vez de tan alta complejidad que se ubica hoy como una de las opciones más efectivas para pacientes con enfermedades neurológicas y psiquiátricas.
Adriana Lucía López Ríos, neurocirujana funcional del Hospital Universitario San Vicente Fundación habla del procedimiento.
¿Qué es la neurocirugía
funcional?
"Son una serie de procedimientos en los que se trata de mejorar los síntomas de enfermedades de difícil manejo y que no responden a tratamientos médicos convencionales por lo tanto, esta nunca es primera opción. Inicialmente, el paciente debe someterse a una evaluación antes de operarlo para ver si es buen candidato y no hay contraindicaciones médicas".
¿Para qué tipo de personas está indicada la cirugía?
"Pacientes con trastornos del movimiento: párkinson, distonía o posturas anormales, temblores esenciales, movimientos involuntarios. También aplica para pacientes agresivos, con trastornos obsesivo compulsivos, esquizofrenia, depresión, con dolores crónicos que no se alivian con medicamentos. Aquellos que tienen hipo incontrolable, epilépticos, con alzhéimer".
¿Cómo es el procedimiento?
"Es poner unos electrodos dentro del cuerpo que activan las neuronas, a ellas se les envía corriente eléctrica a través de un marcapasos cerebral para mejorar los síntomas de las enfermedades. El dispositivo puede ponerse a profundidad en el cerebro, en la corteza cerebral, en columna, en la médula espinal o en algunos nervios. La ubicación depende de dónde esté la enfermedad. Es un electrodo muy delgado, como un cabello, de 1.5 milímetros de diámetro, tiene cuatro contactos de metal. Se ubica en el cerebro, la extensión pasa por debajo de la piel de la cabeza, por el cuello y la pila que se pone, va en el pecho, debajo de la clavícula. Todo queda por dentro".
¿Qué riesgos tiene
la intervención?
"Por el solo hecho de ser una cirugía hay posibilidad de complicaciones mayores y menores.
Entre las mayores están los hematomas, la parálisis y el riesgo de muerte. De dos mil pacientes a uno le puede ocurrir. Las complicaciones menores están relacionadas con el sistema es decir, que haya que cambiar la pila, que haya infección o una falla en el electrodo. Esto puede ocurrir solo en cada 7 de 100 pacientes.
En general es una cirugía muy segura. No es mágica, sirve dependiendo de la enfermedad. En párkison sirve al 90 por ciento de los pacientes. En enfermedades psiquiátricas el 70 por ciento de los síntomas mejoran. Además, hay un manejo de un equipo interdisciplinario que hace mucho más efectiva la intervención".