Histórico

Nieto, otra víctima del infortunio

06 de abril de 2013

Los ojos negros y achinados de Juan Pablo Nieto se humedecen cuando habla de la lesión que lo tienen a punto de perderse el Mundial de Turquía. Confiesa que el día del infortunio, durante un entrenamiento con Alianza Petrolera en Yopal, al dolor físico se le unió una gran incertidumbre.

"Pensé mucho en el Mundial, en la Selección, después de hacer un buen Suramericano en Mendoza (Argentina). Me ha dado muy duro, pues me veía en el torneo Esperanzas de Toulon, cosas muy bacanas...".

Pero de inmediato reflexiona y al mismo tiempo se consuela: "esto no acaba acá, estoy muy joven", relata en forma pausada el muchacho de 20 años que aún no se rinde.

Dice que solo cuando no aparezca en la última convocatoria para la Copa Mundo, que comenzará el 21 de junio en Estambul, dejará de pensar en ese sueño que cultivó en los últimos años.

La incapacidad que le dieron los médicos fue de dos meses y medio. Por eso todos los días acude con puntualidad a las sesiones de fisioterapia en la sede de Nacional, club que lo cedió a préstamo a Alianza. Quiere que el tiempo pase rápido e, inclusive, contempla la posibilidad de sumarle horas de trabajo a su recuperación: "Dios quiera que sea menos tiempo".

Gestos que motivan
El cariño familiar y la solidaridad de los amigos hacen que la tristeza se aleje de Juan Pablo, a quien cuidan con desvelo en la casa de su tía Adriana, en Envigado. El mismo hogar que le abrió las puertas cuando, siendo un chico, se vino a vivir en Medellín tras ser fichado por el club Alexis García, luego de verlo actuar con la selección de Risaralda.

Su mamá (Gladis Salazar) se desplazó desde Pereira, su ciudad natal, a cuidarlo. Y la semana pasada se le aparecieron en el apartamento el hermano mayor Juan Sebastián y unos primos que, al igual que las visitas de Cristian Bonilla y Sebastián Pérez, compañeros en Nacional y la Sub20, y los llamados de los técnicos Piscis Restrepo y Carlos Paniagua, lo fortalecen.

"La verdad, nunca había estado lesionado. Esta fractura (peroné) me dejó impactado, pero hay que darle duro, con visión de llegar al Mundial", insiste el mediocampista de cejas tupidas, a quien le resaltan dos topitos plateados en sus orejas.

A su edad, Juan Pablo ha superado duras pruebas, y de ahí su optimismo ahora. A los 17 años se fue a buscar mejor futuro en el Racing de Argentina, donde alcanzó a entrenar en Primera con Simeone, cuando Gio Moreno y Teo Gutiérrez eran figuras allí.

Luego de cuatro meses difíciles entre la soledad y la lejanía, se fue a vivir a un apartamento de Avellaneda en compañía de sus compatriotas Deiby Balanta y Santiago Montoya. Una señora les cocinaba, pero él terminó hastiado de la pasta, pues cuenta que la carne allá "es más bien carita".

Sin embargo, cataloga ese año como "muy positivo" porque recibió buen trato y aprendió de la mentalidad ganadora de los gauchos, "de meter y correr".

Las negociaciones con Racing no prosperaron y Nacional lo fichó hasta 2015, al valorar las condiciones que le vieron cuando fue campeón con la selección Juvenil de Antioquia.

El otrora niño que hasta los siete años prefirió los carritos a los balones, ahora solo piensa en recuperarse para ir al Mundial de Turquía, contra todos los pronósticos.

Y alimenta el sueño de vestir, algún día, la camiseta de Nacional (lo prestó en una decisión que comparte porque cree que en Alianza iba a tener más continuidad) o dar el salto al fútbol europeo donde juega su ídolo Iniesta.