Ningún regalo, Presidente
La captura en Maracay, Venezuela, de Maximiliano Bonilla, alias "Valenciano", es una buena noticia en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Pero más que un "regalo" del Gobierno de Venezuela hacia Colombia, es el cumplimiento de normas internacionales sobre delitos transnacionales y una ratificación de que solo con cooperación y respeto mutuo es posible combatirlos.
La captura en Maracay, Venezuela, de Maximiliano Bonilla, alias Valenciano, y la decisión del gobierno del vecino país de entregarlo de inmediato a las autoridades colombianas, tal como lo esperábamos en el caso del llamado "Cantante" de las Farc, alias Julián Conrado, quien sigue en territorio venezolano, es un avance importante en la lucha contra el crimen organizado, pero no un "regalo" de Chávez. Es una obligación con nuestro país al tenor de las leyes internacionales.
Que la noticia haya coincidido con la visita oficial a Caracas del Presidente Juan Manuel Santos resulta una oportunidad única para insistir en que la mejor forma de recuperar la confianza entre ambos países es la cooperación firme y decidida contra los grupos armados ilegales, que durante tanto tiempo han sacado provecho y ventaja estratégica de la llamada frontera porosa entre Colombia y varios de nuestros vecinos. Que en el caso venezolano se ha hecho mucho más evidente.
Lo que no parece sano es que el Presidente Santos vea esta decisión como un "regalo" de Chávez. Es lo mínimo que podríamos pedirles a Venezuela y a tantos otros países de la región que por acción u omisión han cohabitado con el crimen organizado, sin percatarse de que, más temprano que tarde, sufrirán sus consecuencias porque los delincuentes no respetan territorialidades.
Aunque la noticia de la captura de alias Valenciano represente un triunfo para Chávez y Santos y, sin duda un alivio para Medellín, no hay que olvidar que si este delincuente estaba huyendo de la justicia colombiana y había buscado refugio en el extranjero fue porque desde hace algunos años el Estado y su Fuerza Pública se habían orientado a conseguir su captura o entrega, en el mejor de los escenarios que le quedaban a Bonilla.
Se ha dado un paso importante, pero no definitivo en la lucha contra el narcotráfico y las bandas criminales. Son muchos los desafíos que aún subsisten en materia de crimen organizado, porque conocida es la capacidad de adaptación y de reciclaje que tienen estas estructuras delincuenciales cuando de mantener el control sobre las actividades ilícitas se trata.
Razón tiene el alcalde Alonso Salazar en advertir que pueda darse un recrudecimiento de la violencia en Medellín para llenar los espacios dejados por alias Valenciano, sobre todo en la disputa territorial por el microtráfico que hace rato libraba este con alias Sebastián, enfrentado a su vez con la banda de los Urabeños.
Necesitamos muchas más capturas y compromisos de la comunidad internacional para someter al imperio de la justicia a quienes insisten en violarla. Los acuerdos en política internacional se consiguen cuando hay una cooperación sincera, eficaz y permanente entre las partes involucradas, y no como resultado de chantajes, simpatías o cálculos electorales. Solo así, los criminales y los narcotraficantes entenderán que delinquir no paga, porque la justicia les llegará adonde quiera que se encuentren.
Avanzar en los temas de integración es importante, pero no suficiente. Todo ese intercambio comercial ayuda a generar empleo y desarrollo a lado y lado de la frontera, pero está demostrado que el andamiaje puede caerse si no entendemos que las amenazas para las relaciones no corren por cuenta de las críticas que se les hacen, sino de la permisividad que se tenga con el crimen.