NO CONVIENE UN CESE EL FUEGO BILATERAL
La gente está analizando el cese el fuego desde diferentes puntos de vista. Unos a favor de la guerra y otros como condición necesaria para el avance de un proceso de paz.
Resulta que pactar un cese el fuego es tan complejo como pactar la solución definitiva del conflicto.
Cuando se aborda la discusión de cese el fuego hay que discutir, entre otros, los siguientes temas:
¿De qué tipo de cese el fuego se habla, unilateral o bilateral? ¿Parcial o total?
Es decir, solamente suspender operaciones militares ofensivas o todo tipo de acciones como ataques contra la infraestructura, secuestros, etc.
Y si es bilateral ¿qué tipo de acciones ha de suspender la Fuerza Pública, cómo distinguir el cese convenido del fuego enemigo de otros grupos armados?
La guerrilla cuenta con milicias urbanas en distintas ciudades del país, ¿cómo se pacta un cese bilateral en la ciudad?
Y muchas preguntas más.
Un cese conlleva en su naturaleza la necesidad de verificación, que es tan compleja como el mismo cese. Un cese bilateral es la ratificación de que no hay confianza en la mesa, por lo tanto la verificación se convierte más en la necesidad de constatar quién incumple que en constatar la buena voluntad de las partes.
Un verdadero cese el fuego conlleva la suspensión de todo tipo de confrontación y actividad ilícita, por lo tanto habrá que definir de qué va a vivir la tropa guerrillera, y surge entonces de inmediato la siguiente pregunta: ¿Quién va a financiar a la guerrilla en la inactividad económica y militar? ¿Es posible que el Estado financie una guerrilla que puede volver a sus campamentos a reiniciar su accionar?
Por eso, antes de iniciar un proceso de paz, aun en su fase exploratoria, hay que concretar realmente la decisión interna de la guerrilla de abandonar la guerra.
Ni la guerrilla ni el Gobierno se pueden engañar diciendo que esa decisión se puede tomar en el desarrollo mismo del proceso.
Cuando un grupo armado o una persona toma la decisión de abandonar la guerra, el cese de operaciones es una consecuencia natural de su decisión.
Una cosa es decirle a la tropa: hemos tomado la decisión de abandonar la guerra y nos vamos a concretar con el Gobierno el final del conflicto. Y otra cosa es decirle: nos vamos a dialogar con el Gobierno. Es posible que tengamos que pactar un cese el fuego y, de acuerdo a cómo nos vaya, tomamos la decisión de abandonar la guerra.
Un cese el fuego bilateral no solo prolonga el tiempo de la mesa de negociación, sino también la solución final del conflicto.
Todo el tiempo, los recursos y los esfuerzos que se tendrían que invertir en pactar un cese el fuego se deberían destinar a terminar bien el conflicto.
Ahora bien, si la guerrilla toma la decisión unilateral de no desarrollar acciones ofensivas y decide bajar voluntariamente sus fusiles, y así lo plantea libremente en la mesa de conversaciones, y se mantiene a la expectativa de los acuerdos que se convengan para iniciar el desmonte total del conflicto, bienvenido el cese el fuego, porque ahora sí hemos comenzado un verdadero proceso de paz.