NO HAY MUERTO MALO, NI NOVIA FEA
Procuraré tratar este tema con toda delicadeza y con profundo respeto por la dignidad humana del presidente Chávez.
La muerte de un ser humano no es sino un hito de la existencia. Termina esta experiencia espacio-temporal y para quienes creemos, viene la realidad eterna e infinita.
Me solidarizo con los momentos que debió haber pasado Hugo Chávez. La aceptación de una realidad como el cáncer no debe ser nada fácil.
El comprender la gravedad y la inminencia de la muerte, requiere una fortaleza espiritual, emocional y psicológica sin igual.
Si es verdad lo que dice uno de los allegados, sus últimas palabras: "no quiero morir, no me dejen morir", reflejan toda la angustia. De corazón le deseo paz en su tumba. Esa que no tuvo durante su enfermedad y que de manera infame y con mentiras e irrespeto a su condición y al pueblo venezolano a quien permanentemente se desinformó sobre su real situación, fue utilizada buscando fines políticos y de poder.
Esa paz que no tendrán sus despojos porque en otro acto populista y de creación de un mito al que hay que seguir explotando políticamente, aun contra el propio criterio de Chávez, se decidió embalsamarlo para ser expuesto al público para siempre.
Efectivamente, criticando la exposición que llegó a su país, sobre el cuerpo humano, expresó en agosto de 2009: "... Esto no es cultura científica, sino la representación de una sociedad sin valores... Esto es símbolo de la inmensa podredumbre... Realmente son cuerpos humanos los que llegan al país, estamos en presencia de algo macabro. La gente paga para ir a ver un cadáver, ¿por qué están insepultos? (El Tiempo, marzo 8/2013).
Ya ve comandante. Usted quedará insepulto. Será embalsamado para seguir siendo utilizado.
Con respeto por sus despojos, debo decir que creo que a Colombia Chávez le hizo mucho mal: en lo político, en cuanto a la seguridad y en lo económico.
Pero no es este el momento para hacer ese análisis.
No es sobre sus despojos mortales y en medio del dolor de su familia y del pueblo venezolano, cuando debemos juzgar sus actuaciones y develar las consecuencias que ellas hayan podido tener sobre Colombia y su propio pueblo.
Ahora solo nos queda la reflexión por la fragilidad humana, lo efímero del poder, las pompas y las vanidades.
Todas esas a las que nos aferramos a diario. Sin embargo, el dolor, el respeto, la solidaridad que se vive en estos momentos, no nos puede obnubilar la realidad.
Es facilismo hipócrita este dicho nuestro: "no hay muerto malo, ni novia fea".