Histórico

Obra de teatro para dos públicos distintos

Vuelve el pájaro a su nido es una puesta en escena que se cuenta en dos lenguas: español y señas. Un experimento.

27 de septiembre de 2013

Las manos no solo son para tocar al otro y sostener el periódico y tomar agua y todo lo que pueda decirse y hacerse con ellas. En esta puesta en escena cada movimiento es una palabra en lengua de señas.

Vuelve el pájaro a su nido es una obra de teatro, igual que otras. Está la dramaturgia, cuentan una historia, esta vez una comedia que sucede a una pareja de jóvenes casados y que pasa por los celos, la infidelidad, los problemas a nivel sexual, sus enredos y demás, pero es una obra que se cuenta de dos maneras, al tiempo. En esa conversación hablada entre los dos y en esa conversación muda, entre las manos.

"Nosotros quisimos hacer algo a nivel de inclusión. El teatro para sordos existe, de sordos para sordos, pero nosotros quisimos que los actores, que son hablantes, vayan hablando con la voz y con las señas", expresa Hader Suárez, el director.

No es una interpretación. No hay alguien que se para en la esquina a interpretar lo que dicen los actores. Es un juego al tiempo. "Es una obra igual, con todas las intenciones".

Lo que tiene es mucho trabajo. El proyecto inició hace dos años, cuando Hader llegó a ensayo de su grupo, Inlakech, y nadie lo estaba escuchando. Entonces dijo, todavía en charla, "hagamos teatro para sordos", y Juan Esteban Gallego, el actor, que ya sabía lengua de señas, le dijo que era muy buena idea.

Empezaron el montaje y la adaptación, porque no es lo mismo. "Realmente mezclar los dos lenguajes es complicado, porque lo que explicas en señas es totalmente distinto a lo que estás diciendo. Ellos no tienen conectores ni adjetivos ni es tan amplio el vocabulario. Había que buscar sinónimos", explica Lorena Henao, la actriz. Ella aprendió la lengua de señas para la obra, primero por curiosidad, luego por encantó.

Luego tuvieron que ensayar y ensayar, porque, señala Juan Esteban, si bien es muy difícil hacer los dos procesos al tiempo, es posible a través de la plástica. "Cuando adquieres un cierto nivel en la lengua de señas, con una sola mano puedes dar el mensaje".

Lo demás fue adaptarse. Cerrar más las acciones, ubicarse para estar siempre de frente, quitar los movimientos innecesarios.

El estreno los dejó felices. Los dos públicos se mezclaron y se rieron al unísono. Unas 160 personas. "Al final de la obra busqué a alguien sordo, a ver si la habían entendido. Fue una experiencia única".

Un experimento que les funcionó. Por eso ya tienen en su mente el próximo montaje, que esperan tener listó para 2014. Ya no serán 30 minutos, ni dos actores. Será una hora, más personajes. Más completa. Más incluyente.