Histórico

¿Ojos que no ven?

10 de julio de 2008

El Congreso de la República estrena una ley para "reformar" el Código de Tránsito, con ella prohíbe "participar en actividades comerciales o benéficas en 200 metros a la redonda de los semáforos? y las zonas dedicadas a la circulación de todo tipo de vehículos". La pena: un salario mínimo mensual.

¿En qué cree el (los) responsable (s) de esta ley?

Si es católico se elevó en misa (y no en el sentido místico de la palabra) cuando el cura dijo "ama al prójimo como a tí mismo". (Conociendo el cinismo de nuestros políticos debe ser de los que comulga todos los domingos).

Si es ateo o agnóstico, que ni cree ni refuta la existencia de Dios, imagino que, a falta de un ser superior, debe confiar al ser humano las transformaciones de su universo inmediato. O sea, es un perfecto inútil hasta para definir su filosofía de vida.

Y si es budista, islamista, politeísta o lo que sea: ningún dios le ha calado. El único ente superior lo lleva en el bolsillo trasero de su pantalón o en lo profundo de la cartera.

La calle no es una puesta en escena, no es el producto de un libreto escrito a una o dos manos. Es una suma colectiva de problemas, es la construcción de soluciones concertadas. Es un lugar en constante transformación que necesita generar ideas y acciones concretas para que todos la podamos habitar en condiciones justas.

La calle no es más limpia porque no haya gente "sucia". Las aceras prístinas, con semáforos del "primer mundo", sólo mostrarán que el atraso que tenemos en progreso nos ha contagiado el alma. Tercermundistas hasta de espíritu. Es negar el momento histórico que vivimos.

Esta medida evidencia un pensamiento tan indolente como utilitarista: tratar al hombre cual animal de doma ("uno no los puede acostumbrar a vivir de gorra") y, peor aún, considerarlo como objeto: lo que no sirve, estorba.

¿Será que este gobierno mesiánico tiene un as bajo la manga, un "rescate sorpresa", una operación Jaque al hambre para todos los desplazados que inundan las ciudades por la violencia en el campo y la falta de oportunidades laborales en la urbe?

Dar alas a comportamientos mezquinos no acaba con la mendicidad. Sólo alimenta la violencia y profundiza la brecha que cada vez se asemeja más a un abismo.

Si hay fuerzas oscuras detrás de los niños mendigos, el deber de la autoridad es desenmascararlas y no obligar por fuerza de ley a que los ciudadanos seamos cómplices del sufrimiento de esos menores.

Esta situación me trae a la memoria un bello cuento de Charles Baudelaire, Los ojos de los pobres: "Volví la mirada hacia la vuestra, mi querido amor, para leer en ella mi pensamiento; me zambullí en vuestros ojos tan bellos y tan extrañamente suaves, en vuestros ojos verdes, habitados por el Capricho e inspirados por la Luna, cuando me dijisteis: "¡Esa gente me resulta insoportable, con sus ojos abiertos como puertas de una cochera! ¿No podrías rogar al dueño del café que los apartase de aquí?".

Ojos que no ven?