Los “Guasones” de Colombia
“Algunos hombres no están buscando algo lógico. Ellos no pueden ser comprados, intimidados, motivados ni negocian. Algunos hombres sólo quieren ver el mundo ardiendo” Alfred Pennyworth (Mayordomo de Batman)
Esta es la respuesta del fiel asistente del superhéroe encapotado a la pregunta de su atribulado jefe que no encuentra la razón por la cual no logra vencer a su archienemigo, “El Guasón”.
No puedo negar que salí muy sorprendido de la nueva película de Batman, que entre otras cosas no es para niños, pero especialmente por la más brillante de todas las interpretaciones del personaje de El Guasón, incluyendo la de Jack Nicholson. Tanto así que al principio de esta semana cuando me preguntaron en una entrevista, más por mi pinta de mayordomo que de superhéroe, mi opinión sobre la marcha del 20 de julio y sus efectos sobre las FARC, estuve tentado a responder con las palabras del sabio servidor del hombre murciélago. Pero me abstuve de hacerlo pues semejante frase no hubiese parecido mía por lo inteligente y por tal razón hubiese tenido que darle el crédito a Alfred, lo que habría obligado al editor del noticiero a no poner el letrero de analista político que suelen ponerme, todavía no se bien porqué.
No niego que las movilizaciones como las de este domingo son actuaciones de la sociedad que tienen aspectos positivos que las hacen valiosas y útiles para algunos propósitos, así sus efectos se den más en campos distintos a los que los objetivos previstos inicialmente pretendían. Una movilización de dicha magnitud tiene a mi juicio dos cosas a favor. Para un país poco acostumbrado al consenso y en el que sus habitantes no se han sentido convocados a ser parte de propósitos comunes, un ejercicio colectivo de esta envergadura demuestra que Colombia está perdiendo la sensación de derrota que se percibía a finales de los años noventa, y que la mayoría de sus habitantes sienten que deben y pueden hacer y decir cosas sin temor. Por otra parte, es el ámbito internacional en donde estas marchas tienen su mayor efecto, pues su cubrimiento mundial está haciéndonos ver como un país distinto la ratonera de narcotraficantes y bandidos que sólo saben de maldad y negocios ilegales, que es capaz, como ninguno, de decir sin miedo que no vamos a aceptar a terroristas como dirigentes ni que somos un estado fallido, a pesar de todo lo que nos falta por hacer.
Pero para el propósito principal para que han sido convocadas estas marchas, que es el de presionar la liberación de los miles de secuestrados, hay que reconocer que no tienen mucho efecto. Y no por falta de voluntad, sino porque los actos de coerción y los ejercicios comunicativos tienen sentido y resultados cuando hay un emisor y un receptor, y para este caso, cuando el receptor puede y quiere oír. Los terroristas no oyen, porque de tanto poner bombas y disparar han perdido el oído. Sólo escuchan el eco de sus trasnochadas consignas que rebotan de forma infinita en sus cráneos casi vacíos. Suponer que escuchan es suponer que su existencia se rige por las mismas reglas que tutelan la vida del resto de los colombianos.
Y ese es el problema cuando toca interactuar con este tipo de especímenes. Para volver a la película, la dificultad que impedía a Batman derrotar al desquiciado Guasón, era no comprender que la única regla que tiene este tipo de sujetos es no tener ninguna, y por tal razón los llamamientos a la cordura, al sentido lógico y al sentimiento de humanidad no tienen efectos. Hasta que no se vean al borde de la derrota no querrán negociar y por lo tanto, hasta ese momento, las únicas marchas que servirán serán las militares.
- Dice Batman su mayordomo consejero: “la gente está muriendo…. ¿Qué deberíamos hacer?”
- Responde Alfred: “Soportar”… “la noche es más oscura antes del amanecer… y el amanecer está llegando”.