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Paréntesis

31 de agosto de 2011

Veamos cuatro maneras de manipular a los otros: culpar, amenazar, someterlos, tratarlos con indiferencia.

La persona que así actúa casi siempre tiene miedo y, por lo mismo, una inseguridad superlativa.

Ojalá lo acepte y elija confiar, quererse y tomar conciencia de que está negado para amar y ser amado.

Cuando uno ama nunca manipula ni se deja manipular, es asertivo y firme, sabe decir no y exige respeto.

Una persona manipuladora crea relaciones conflictivas y, al final, termina solo y amargado.

Quizás actúa con delirios de grandeza, pero lo que hay bajo el disfraz son muestras de pequeñez.

Lo bueno es que siempre podemos tomar un nuevo rumbo si somos humildes y buscamos ayuda.

El amor es la salida.