PENSAR Y SENTIR
Pienso y siento durante todo el día, pues tengo mente y corazón, o mejor, soy mente y corazón, dimensiones esenciales, distinguibles, no separables de mi existencia.
La fábrica de mis pensamientos es mi mente y la de mis sentimientos es mi corazón, lugares que cultivo y armonizo como mi más íntimo yo.
Me apersono de mis pensamientos y sentimientos para que expresen lo que soy, criatura de amor, hecha para pensar y sentir amorosamente. Yo los moldeo a ellos y ellos me moldean a mí. Inagotable reciprocidad.
Pueblo de resentidos, vivimos amarrados a la insensatez de un pasado que no existe. Nos urge cultivar la sabiduría de S. Juan de la Cruz. "Claro está que siempre es vano el conturbarse pues nunca sirve para provecho alguno".
Pienso y siento lo que leo en Pedro Páramo. Susana, "escondida en la inmensidad de Dios, detrás de su Divina Providencia, donde yo no puedo alcanzarte ni verte y adonde no llegan mis palabras". La delicia de que mis pensamientos y sentimientos viven anticipando ya esa inmensidad.
Jacob subió al cielo en sueños, lo que pensaba y sentía en su caminar de nómada. "Terrible es este lugar y yo no lo sabía. Esto no es otra cosa que la casa de Dios y la puerta del cielo" (Gén. 28,16-17). Maravilloso modo de pensar y sentir en el tiempo la eternidad.
Me transfiguro en la que pienso y siento durante todo el día. Adquiero la figura de mis pensamientos y sentimientos. Veo, oigo, huelo, hablo y toco lo que vivo pensando y sintiendo. Escalera por la que subo y bajo sin cesar.
Jesús subió a un monte alto, donde se transfiguró en presencia de sus amigos. "Su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz" (Mt. 17,2). Su transfiguración fue fruto de lo que pensaba y sentía: ser transparencia y complacencia del Padre.
Los discípulos se llenaron de fascinación, mezcla de miedo y alegría a la vez, vivencias contrapuestas de apertura al Infinito. "Ellos callaron" (Lc. 9,36). Callar es lo que queda del asombro, en que las palabras miran guardando silencio.
Para Lutero, "el corazón del hombre es una fábrica de ídolos". Mis pensamientos y sentimientos son decisiones mías. Decido levantar un pedestal al Dios que habita en mi mente y en mi corazón. Casi sin darme cuenta descubro la simplicidad de pensar en Él y de sentirlo a Él. ¡Perfecta transfiguración….