Histórico

¡POR DIOS, CAMINEMOS CON KMINA!

12 de abril de 2014

En mi aciago caminar entre la selva, muchos casos conocí de guerrilleros víctimas de su propio invento, cuando pisaban minas que ellos mismos habían sembrado. Viví dantescos episodios, como ver inesperadamente pedazos de cuero ensangrentado colgando de los árboles... o escuchar el comentario del comandante que paraba la marcha: "Aquí cayó el camarada". Invadidos por el pánico, teníamos que caer con un brinco exactamente donde pisaba el guerrillero puntero en la fila india que hacíamos. Solo se escuchaba el grito del comandante: "¡Quien lo haga mal, que chupe por güevón, porque esto está minado…". Había que caer sobre las raíces gruesas de los milenarios árboles de la selva chocoana.

Ahora que el país está en la campaña "Presta tu pierna arremángate", se ha estudiado que el mayor sembrador de minas en Colombia es la guerrilla, provocando la caída de aproximadamente 10.272 personas, de las cuales 2.131 han muerto –el 60 por ciento de las víctimas son militares– y 1.011 niños han pisado uno de estos artefactos. Colombia ha ocupado uno de los primeros lugares en el mundo en utilizar este funesto método.

Con este aterrador artefacto se busca degradar la moral del Ejército. Las lesiones personales más comunes son las amputaciones, pérdida de la vista, del oído, de la razón… y las miles de mutilaciones de genitales y lesiones musculares, entre muchas. Las minas antipersonales sin explotar se han convertido en el pánico de muchas comunidades campesinas e indígenas y, lo más preocupante, es que una vez concluido el conflicto colombiano seguirán causando estragos muchas décadas después. Estas minas no distinguen si se es guerrillero o civil o militar.

El motivo que me lleva a escribir esta columna, es observar la maravillosa tarea que viene realizando la Fundación Mahavir Kmina, sin aspavientos y que, conociendo sus ejecutorias me tiene sorprendido por su humana labor.

Años atrás, un empresario antioqueño –con plata de su bolsillo– inició la "fábrica de prótesis para regalarlas", y la llamó Kmina Mahavir, nombre de una persona adinerada que vivió en la India y quien se destacó por la ayuda a los desvalidos.

Este empresario antioqueño, que no quiere que su nombre aparezca –le molesta ser reconocido–, es propietario de una importante empresa, y conserva el lema bíblico: "que el bolsillo derecho no se entere de los movimientos del bolsillo izquierdo". Kmina ha fabricado para regalar 2.200 prótesis, traspasando fronteras como las de Chile, Ecuador y Perú, entre otros. Antioquia y Caldas son los departamentos más favorecidos.

Kmina, el bonito nombre con el que suele conocerse, tiene su sede en el municipio de La Estrella. No tiene el protagonismo de la W de Julio Sánchez Cristo, que cada año recauda miles de millones con presidente a bordo. Pero, con miras a ayudarles a los soldados discapacitados y reconociendo la maravillosa labor de este periodista, Kmina viene caminando. Hace poco, a una peruana que ingresó al quirófano por maternidad se le complicó su caso y tuvieron que amputarle las cuatro extremidades. Ahí está Kmina ayudando, sin tanto ruido pero con resultados asombrosos. Kmina ya cojea, por falta de recursos para atender la demanda que crece geométricamente.

El Estado colombiano, la Alcaldía de Medellín, la Gobernación de Antioquia y muchos empresarios han sido indiferentes y tímidos para ayudar a esta noble causa, reconocida por el diario El Colombiano como el Colombiano Ejemplar. La vimos por Caracol Televisión en la publicidad de Bancolombia haciendo la diferencia. Muchos reconocimientos a esta ejemplar y meritoria Fundación que dirige un profesional distinguido, entregado a esta quijotesca causa: John Jairo Tobón, quien con abnegación clama para que ¡todos ayudemos a caminar a Kmina…