Que la información no enferme ni mate
La columna anterior, sobre el tratamiento informativo que los medios de comunicación le dan a la gripa AH1N1, en respuesta al lector Luis Francisco Valencia A., nos lleva a un tema más general: la información sobre los temas de salud.
La reflexión es aún más oportuna y pertinente por la segunda parte de la observación del mismo lector, que pone sobre la mesa de discusión las consultas médicas y la formulación de medicamentos a través de los medios.
El periodista encargado de los asuntos de salud, Mario Alberto Duque Cardozo, dice al respecto: "En EL COLOMBIANO somos muy cuidadosos con la información. Solo en ocasiones muy puntuales nos referimos a marcas de medicamentos y no hacemos diagnósticos ni recomendamos medicamentos de ningún tipo".
Sobre la publicación de los temas de salud precisa: "En primer lugar consultamos el interés público y con base en este criterio le damos prioridad a la información. En casos de investigaciones realizadas en otros países, buscamos contextos propios en las facultades de medicina y en las entidades médicas y científicas. EL COLOMBIANO creó desde hace veinte años un Comité Médico, conformado por profesionales estudiosos de las distintas especialidades y que consultamos en forma permanente en busca de una asesoría profesional".
Es evidente que los lectores están cada vez más deseosos de leer sobre salud. En la última década los medios de comunicación les han dado más espacio a estos asuntos. Pero también es cierto que con frecuencia los contenidos, en vez de informar y orientar, contribuyen a empeorar y a poner en riesgo la vida de los pacientes.
La preocupación del lector es válida. Y se desprende una gran responsabilidad de los periodistas y de los medios de comunicación.
Un recetario para abordar los temas de salud pasa en primer lugar, como lo indica el periodista Mario Alberto Duque Cardozo, por privilegiar el interés público; consultar distintas fuentes, incluidas fuentes informativas independientes y científicas; ponderar las investigaciones porque muchas veces corresponden a muestras no representativas o a análisis parciales; redactar con sencillez y claridad sin tergiversar los conceptos médicos; difundir con amplitud los asuntos de prevención de enfermedades y de estímulo a las conductas de vida saludable; hacer seguimiento de los temas de mayor relevancia; prestar atención a las observaciones de los lectores para que la información les llegue lo más completa posible; buscar apoyo en la comunidad científica y en las asociaciones de las distintas especialidades médicas para informar con más solvencia y calidad; en caso de emergencias y pandemias, informar sin causar alarma, tal como traté de explicar en la columna anterior.
Sin embargo, la responsabilidad social de los medios va más allá del contenido periodístico. Particularmente en radio y televisión se aprecia por estos días una explosión de comerciales sobre medicamentos contra la gripa, que en la práctica se convierten en recetas a la mano que pueden causar daños a la salud de quien los consume. Esta situación ocurre con la publicidad de otros productos farmacéuticos.
Los lectores, oyentes y televidente se merecen una información que no los enferme ni los mate. Y para ello es preciso que periodistas y médicos actúen con criterios de máxima responsabilidad social, porque está de por medio la vida de muchas personas.
*Defensor del lector de EL COLOMBIANO