Que la muerte no cante victoria
Nadie prometió frenar la violencia de la noche a la mañana ni nunca ninguno ha pensado que introducir un cambio radical en una sociedad sea una tarea fácil, pero tampoco como seres humanos podemos renunciar al ideal de la armonía en nuestras complejas relaciones con los demás, y más cuando están cruzadas por tensiones tan graves como las que genera el narcotráfico, el dinero fácil y la lucha por un poder territorial de quienes hacen carrera en una cultura de la muerte.
El hecho de que en Medellín y el Valle de Aburrá no se hubiese logrado el propósito de los jóvenes de tener un día con cero muertes violentas no significa que no sea posible avanzar hacia una sociedad más tolerante, y respetuosa del bien supremo de la vida.
Queda una inmensa lección en esta altruista iniciativa: no podemos darnos por vencidos. Más cuando han sido los jóvenes quienes han asumido esta bandera. O sea, ya hay una promesa de futuro. Por eso, los promotores del día sin homicidios tienen que persistir en su empeño, hasta lograr que vivir en paz sea una realidad y no un sueño.
Es muy importante además mostrar que la forma de interactuar de los jóvenes, a través de las redes sociales que posibilita internet, puede activarse en torno a causas tan nobles como esta de la defensa de la vida. Aquí hubo un acento en un hecho social que es necesario replicar, como lo han sido en el pasado reciente otras iniciativas como las marchas contra los actores violentos o de apoyo a quienes padecen el flagelo del secuestro.
Con ocasión de esta convocatoria de un día sin muertes violentas en Medellín y el Valle de Aburrá, un grupo de jóvenes, con el apoyo de sus amigos en Facebook, comenzó un camino hacia una toma de conciencia colectiva en torno a la importancia de defender la vida, y Medellín no puede rendirse, así no se haya cumplido el propósito de esta primera campaña. Ojalá que vengan otras y muchas más iniciativas de esta clase, con muchos más liderazgos de la sociedad civil y en particular de los jóvenes.
Al igual que en comunidades un poco más avanzadas que la nuestra, o con un mayor aprecio y respeto por la vida, es esencial consolidar los movimientos cívicos que nos permitan aclimatar la no violencia. Ya lo decía en este periódico un experto en el tema: "Una sociedad que no mate es perfectamente posible".
Fue muy valioso el apoyo brindado a esta iniciativa por las autoridades locales, el Ejército y la Policía. Sabemos de todos los esfuerzos que se hacen para frenar el delito y de la preocupación que asiste a los gobiernos nacional, departamental y local por contener los homicidios. Dentro de este objetivo nos alienta la llegada de otros 1.300 policías, para reforzar la seguridad en esta capital y demás municipios del Valle de Aburrá, de manera que a las buenas intenciones de la sociedad civil se suma también la decidida colaboración de la Policía Nacional para evitar que la muerte cante victoria.