Histórico

Querido San Antonio yo te pido...

LOS DEVOTOS DE "El santo de los milagros" como le dicen a San Antonio celebran hoy el día de su patrono, el de las causas imposibles.

12 de junio de 2010

Que San Antonio da novio, que es el de las causas imposibles, que encuentra las cosas olvidadas, que da trabajo. Es Patrón de mujeres estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros. "Es el santo de los milagros", ha dicho la Iglesia.

Eso sí, mejor quítele el niño y lo guarda, entonces así obra el milagro. Pero, qué pesar, dicen algunos, no conviene desprenderlo (de pronto, no se cumple el favor completo, piensan los devotos).

O póngalo boca abajo, así seguro sucede. En la misa el velón marcado con el nombre de la familia y la intención en el corazón: "Si me cumples, le doy el mercadito a los pobres".

Los Trece martes o la Novena al santo, usted elige. "Solo hay que ponerle fe", dice Víctor Cardona, párroco de la Iglesia de San Antonio de Pereira. Fe, porque el resto es creencia popular, añade.

Hay que ver en la urna de peticiones las cartas, en las que a veces se cuela una que otra que pide el regreso de un secuestrado; y hay que contar uno a uno los más de 780 velones marcados que están listos para poner en la iglesia, algunos de ellos, pedidos desde un mes antes.

Las velas permanecen encendidas hasta las vísperas del día en que se celebran las fiestas patronales, es decir el martes 15.

Hasta allí llegan visitantes de toda Antioquia y del país. Peregrinos que en la noche viajan para celebrar el día de su santo.

Desde que regresó de Armenia a San Antonio, María Alicia Pérez, se ha contagiado de la devoción por el patrono de este municipio del oriente. Y aquí pone su fe para que sus hijos consigan trabajo. Como también lo hace María Eugenia Sepúlveda, quien repasa sus pedidos: "Salud para mis hijos y mi familia".

Porque San Antonio tiene hinchada. Y hasta leyenda urbana: dicen que lo han visto en África o la Patagonia. En realidad, aún sin verlo, nadie duda de que es un santo muy querido, aunque hay quienes lo llaman como el "Santo de todo el mundo", tal como dijo León XIII.

Misión cumplida
"Que da novio, ¡bah! a mí no me lo dio. Gracias a Dios, porque he vivido tranquila", dice Otilia Jaramillo que en julio cumple 90 años.

Con su vestido sastre, color azul, de dos piezas, medias veladas impecablemente puestas y zapatos negros, vive en una casa amplia, cerca a la iglesia.

Cada año, antes del 13 de junio, el día de su patrono, se pone la sudadera y una camisa cómoda para arreglar el templo hasta que terminen. Tal vez al amanecer.

En la casa cural disponen de "flores masculinas", como dice el padre, casi 800, esta vez heliconias, que van para el templo y para acompañar la procesión.

Esa noche sacan de la urna de vidrio una imagen antiquísima, que según la tradición, la encontró una lavandera hace 300 años, cuando la traía el río.

Es la viva estampa de San Antonio de Padua, el santo que nació en Portugal, se convirtió en franciscano, vivió en Italia, donde se dedicó a ayudar a los pobres y murió a los 36 años.

Idéntico excepto por sus pies: "Es de pata de Indio, explayaditos", dice con una carcajada amplia Otilia.

Y ella lo sabe porque le toca vestirlo y dejarlo listo para la procesión que sucede una vez cada año. El toque final del atuendo son las flores, las mismas que desaparecen pétalo a pétalo, porque la gente conforme pasa la imagen, las va guardando.

"No sé por qué", responde Risitas, como le dicen a Otilia por ese temperamento alegre y descomplicado. "¿Para qué llorar, de qué sirve?", dice cuando se le pregunta por el secreto de su longevidad.

Y se alista para honrar a su santo, como lo hacen miles de devotos.

Los que creen que nada es imposible. Por eso, querido San Antonio, yo te pido...