Razones Para un Optimismo Moderado
Al concluir el primer semestre de 2011, la economía colombiana registra un conjunto de indicadores positivos. Sin ser espectacular, el ritmo de crecimiento es satisfactorio.
El desempleo, aunque todavía demasiado alto, muestra una tendencia descendente. La inflación parece estar controlada, a un nivel bajo y estable. El sector externo se expande, impulsado en buena parte por las exportaciones minero-energéticas, pero también por un crecimiento aceptable de las exportaciones no-tradicionales. La amplia disponibilidad de divisas permite mantener un flujo adecuado de bienes y servicios importados. Los datos disponibles permiten prever para este año una inversión del orden de 28% del PIB.
El crecimiento de la inversión privada extranjera se asocia primordialmente con las oportunidades que ofrece la dotación de recursos naturales del país. También se perciben como atractivos para la inversión, la tradición de manejo macroeconómico prudente, un marco jurídico razonable y el tamaño del mercado interno, además de la naturaleza del vecindario.
Cuando una multinacional asigna su presupuesto de inversión a la región que se extiende desde Bolivia hasta Venezuela, luego de evaluar la estabilidad política, la cultura civilista, la responsabilidad financiera, la aceptación de la economía de mercado y el riesgo país de las distintas alternativas andinas, tienden a concentrar la suma disponible en el mercado colombiano.
El sector privado dispone de acceso abundante a fuentes de financiación en el sistema bancario local y en un mercado doméstico de capitales que ha crecido en tamaño y en profundidad. El debilitamiento del dólar y las necesidades de caja de las grandes multinacionales les ha permitido a empresas colombianas expandirse en el exterior por medio de adquisiciones en condiciones favorables.
Aunque deseables, los factores mencionados contribuyen al ingreso de flujos volátiles y desestabilizadores de inversión de corto plazo, que toman la forma de endeudamiento externo privado, el denominado carry trade, para aprovechar los diferenciales en las tasas de interés y ciertas formas de inversión de portafolio. Habida cuenta de su impacto nocivo sobre la tasa de cambio, estos ingresos de capital de corto plazo deben obstaculizarse, así resulte difícil eliminarlos por completo.
Las siguientes razones recomiendan moderar el entusiasmo:
1. La bonanza obedece en gran parte a fenómenos de demanda por commodities y alimentos y a condiciones de gran liquidez internacional que se originan en fenómenos externos que poco tienen que ver con el esfuerzo colombiano.
2. El dinamismo económico potencial se encuentra limitado por la persistencia de distorsiones, inequidades y privilegios que impiden alcanzar las tasas de crecimiento requeridas para erradicar el desempleo y la pobreza extrema. El atraso protuberante en materia de infraestructura, por ejemplo, es uno de los legados cuestionables dejados por el gobierno anterior.
3. La excesiva complacencia con los logros presentes puede llevar a desperdiciar la oportunidad de utilizar los recursos generados por el auge para hacer la transformación estructural que requiere la economía. Conviene mantener la perspectiva en relación con determinados resultados. Bienvenidos el grado de inversión y el aumento de la producción petrolera. Pero no constituyen motivo para echar las campanas al vuelo. Hay tareas pendientes que reclaman la atención prioritaria de las autoridades económicas en el frente fiscal, en la reducción del excesivo proteccionismo agropecuario y en modificar una estructura perversa de incentivos que abarata el uso de capital, al tiempo que encarece la generación de empleo formal.
El crecimiento es una condición necesaria, pero no suficiente, para colocar a la economía en una trayectoria de desarrollo económico y social auto-sostenido.
Para obtener ese fin, la equidad social y la búsqueda del pleno empleo deben convertirse en los elementos centrales de la política económica.