Histórico

Robin: el honor vale más que la moto soñada

23 de diciembre de 2009

En la sala de su casa, en Santo Domingo Savio, su esposa y su hija lo miraban con admiración mientras hablaba. Él les enseñó a ellas, a sus compañeros de trabajo y a la ciudad que la honra tiene un valor incalculable.

En la madrugada del 16 de julio de este año, Róbinson halló una moto casi nueva, tirada frente a su lugar de trabajo, en Bello. Su sueño era tener una así y tuvo todas las posibilidades de quedarse con ella. Sin embargo, buscó al dueño durante tres días y le devolvió el vehículo que cuesta unos siete millones y medio de pesos.

Para este vigilante de 28 años, lo más valioso de su obra fueron la satisfacción personal y el orgullo que sintió su familia.

Pero también llegaron los reconocimientos de fuera: la cooperativa para la que trabaja lo premió con la Medalla de Excelencia como el Mejor Vigilante de 2009.

"Mis amigos me llamaban y me felicitaban por lo que hizo Róbinson", recuerda Bibiana Carvajal, que hace nueve años se casó con este hombre que nos dio ejemplo a todos.

Empezar de cero
Cuando niño, en la finca de su familia, en la vereda Tonusco Arriba, de Santa Fe de Antioquia, Róbinson soñaba con ser odontólogo. "Nunca pensé en ser vigilante".

Los seis hijos y los viejos sembraban café y fríjol y vivían tranquilos, pero las Farc comenzaron con la "vacuna".

El aguante y la plata del papá duraron hasta 2004, cuando arrancaron para Medellín.

Ya Robin estaba casado y tenía la niña. A Bibiana la conoció en una casa de El Poblado en la que vivió mientras hizo 10° y 11° en el Colegio Nocturno del Centro, hoy Institución Educativa Héctor Abad Gómez.

Diez personas se instalaron en una pequeña vivienda de Santo Domingo Savio. "La única que se quedó en la finca fue mi mamá, por terca", cuenta Róbinson y comenta que arribaron a la ciudad "sin nada".

Trabajó en construcción y fue soldado regular por dos años. Quiso llegar a suboficial pero al final no pasó.

En diciembre de 2006 entró a la empresa de vigilancia Coopevián. En ella prestó sus servicios en la Cooperativa Belén y lleva año y medio preservando la seguridad en Fabricato.

Vive con sus dos princesas en una casa arrendada. "Cada que conseguimos algo es una gran alegría", expresa este hombre, al que le encanta compartir con su familia en el tiempo libre.

Este año compró la moto con la que siempre soñó; de segunda pero es propia, porque no le gusta lo ajeno, como se lo demostró a todo el mundo en aquella madrugada de julio.