Histórico

RSE: el hombre en el centro

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15 de mayo de 2009

En un foro realizado esta semana por la Arquidiócesis de Medellín, con participación de líderes académicos y empresariales, se destacaron los logros alcanzados en el país en el campo de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). El encuentro concluyó con una clara invitación a los dirigentes del sector privado para avanzar en una nueva concepción de la empresa, orientada hacia el servicio de la comunidad y donde se exalte la dignidad humana.

Colombia tiene una larga tradición en obras y desarrollo conceptual de la Responsabilidad Social Empresarial, desde que en 1911, el sacerdote jesuita español, José María Campoamor creó la Fundación Social. Con el respaldo de importantes empresas, en la década del 60 y años posteriores surgieron muchas de las más grandes hoy conocidas, al amparo de la legislación tributaria que permitió que las donaciones fueran objeto de deducción de impuestos. En un principio fueron creadas con fundamento en la doctrina social de la Iglesia y posteriormente bajo enfoques propios de administración corporativa y de buen gobierno.

Con el apremio de los problemas sociales, el concepto fue evolucionando hacia la responsabilidad que hoy tienen las empresas no solo con sus trabajadores sino con el entorno. O sea, la sociedad toda y la misma preservación de la vida del hombre sobre el planeta.

Una responsabilidad que todos compartimos pues nace en nuestra esfera individual, cuando hacemos más énfasis en nuestros deberes que en nuestros derechos como miembros de una sociedad, y, en ella, de los estamentos que la componen: llámense gobierno, empresa privada, iglesia, instituciones educativas, etc.

Es en este marco que surgen invitaciones como la del sacerdote jesuita Horacio Arango, director del Centro de Fe y Culturas, quien al participar en el foro convocado por Pastoral Social de la Arquidiócesis de Medellín, sostuvo que el gran desafío que tenemos es el de "construir una cultura de la dignidad humana, en la cual el hombre sea el centro de todas las operaciones y de todos los intereses. Más allá del lucro deben estar el hombre y el cubrimiento de todas sus necesidades".

Un acento que replica antiguas enseñanzas humanistas que nos recomiendan poner a la gente en primer lugar de toda decisión humana, pues si procedemos de esta manera, y los derechos, intereses y necesidades de las personas son lo primero, la solución elegida siempre será la correcta.

El concepto del hombre como centro de las empresas implica que su rentabilidad va más allá de los logros económicos y que la RSE no debe ser cuestión de imagen publicitaria ni fruto de un aliciente tributario, sino un pleno convencimiento de que logrando el bienestar de los trabajadores y de la sociedad, y también del Planeta, los beneficios serán superiores. Como lo expresó el rector de la Universidad Eafit, Juan Luis Mejía, "la responsabilidad social debe ser parte del ADN de las empresas". Así, el éxito de una gestión, y de ello hay buenos ejemplos, se medirá también por la forma en que una empresa satisface las necesidades y aspiraciones de sus socios en el trabajo y de la comunidad a la cual sirve.