Santiago Escobar, el gran señor
AL TÉCNICO VERDE le sobran principios, autoridad y visión. Acepta, empero, que debe corregir muchas cosas para consolidar un proceso futurista.
En las buenas, en las malas, en las difíciles, al comienzo, al final y siempre. Esos son los instantes en los que Santiago Escobar da la cara.
Y una palabra de cinco letras es la ideal para resumir lo que es este antioqueño de 47 años de edad: señor.
Autoridad y sinceridad son otros dos valores en los que se sustentan los 13 años de experiencia en las canchas como entrenador, ya que en el fútbol lleva toda la vida gracias a que fue profesional más de una década como volante.
Ser finalista es otra de las cualidades de Sachi, quien se inició como entrenador en el Deportivo Rionegro en 1998. Sobre ello, Santiago admite que "fue el señor Samuel Ospina quien me dio la oportunidad de dirigir en la Primera B y siempre le agradeceré, porque ahí empezó mi otra gran etapa personal".
Lo que no consiguió como jugador lo empezó a lograr en su rol de adiestrador. Su primera alegría fue en la temporada 2001-2002 sacando campeón a Estudiantes de Mérida de Venezuela y luego vino el título con el verde en 2005-1 frente al Santa Fe.
Por no dejarse "manosear de los directivos, porque primero están mis principios y la autoridad en los grupos", se fue del Once Caldas en 2007 y en el Medellín peleó la final de 2008.
Ese envidiable pasado lo trajo de vuelta al Nacional a hacer un proceso, el relevo generacional que pedían a gritos los mismos hinchas y "me solicitaron los directivos". Y fue tal su liderazgo que en seis meses no sólo recuperó la credibilidad de la institución, sino que con 15 jóvenes y unos cuantos experimentados hizo que el verde volviera a dar una vuelta olímpica después de cuatro años y medio.
Pero, ¿cómo hizo para cambiar la mentalidad y lograr el título?... "Lo primero que les dije a los muchachos fue que no pensaran tanto en Italia, España e Inglaterra ni que se dejaran dañar el ego por tanto empresario, que primero consiguieran algo importante con Nacional, que lo quisieran y eso generó sentido de pertenencia. Los de recorrido me dieron una gran mano y así logramos conformar un grupo al que volvió la humildad, el respeto por los medios. Ganamos porque hubo armonía, compresión y credibilidad".
Edwin Cardona, quien es consciente de que los llamados de atención son por su bien, califica al Sachi como "un señor que nos aconseja en lo bueno y en lo malo; todos le copiamos, porque sabemos de sus conocimientos, la claridad con la que ve el fútbol y la capacidad que tiene para orientar los equipos y motivarnos".
Y es muy claro en su apreciación, porque Escobar es de los que dice las verdades de frente así duelan, pero también es feliz orientando a los muchachos y felicitando a sus jugadores cuando interpretan bien el libreto y hacen que el plantel funcione en la cancha.
Enamorado de "las mujeres bien femeninas", amante de la generosidad con los suyos, hombre de festejos familiares y feliz cuando "mis equipos juegan bien al fútbol partiendo del buen manejo del balón, copando los espacios, presionando en zona del rival y pensando en el aficionado que busca el espectáculo en los estadios".
Así de claro y "amante de las cosas difíciles" es Santiago Escobar Saldarriaga, quien se inició en Nacional en 1981, el sábado lo sacó campeón, por segunda ocasión, y es el responsable de que la hinchada haya vuelto a creer en el club no sólo por la undécima estrella, sino porque demostró que, con jóvenes y sentido de pertenencia, también se pueden ganar campeonatos.
Escobar es tan profesional que ayer no quiso hablar más de festejos sino del futuro. "Esta estrella fue muy especial para mí, pero Nacional necesita de ajustes para el segundo semestre, porque yo quiero conseguir más títulos con el equipo y para ello hay que corregir las deficiencias que tuvimos".