Histórico

Slackline, magia que fluye en la cuerda

Esta disciplina se expande en la ciudad. Ofrece entretenimiento, acrobacia y retos de equilibrio.

15 de marzo de 2014

Para Felipe González, la cuerda del slackline simboliza la vida y el reto es lograr la mayor concentración posible que, a través del equilibrio, le brinde tranquilidad y seguridad. Al igual que en la vida real, la idea es desarrollar confianza en sí mismo para enfrentar los miedos y lograr un objetivo.

Cada vez que camina por la cinta elástica siente la adrenalina propia del riesgo. Pero también emoción y fluidez. La respiración es similar a una reflexión que invita a analizar la propia existencia y su relación con el entorno.

González conoció esta actividad en Argentina, donde es bastante popular. Al regresar a Medellín, hace unos tres años, decidió continuar practicándola. La gente, un poco extrañada por la singularidad del deporte, se fue acercando a él con el ánimo de querer aprender. De esta forma, se consolidó un grupo que reta al temor y se divierte con las acrobacias en la cuerda.

Caerse no es problema. Perseverar es la consigna. Aprender del error, recuperarse y vencerse, es la propuesta.

"Este deporte te cambia la vida; te enseña a ver el mundo de una forma más reflexiva y con más calma; te hace comprender que las cosas se deben dejar fluir para que se logre armonía", afirma el deportista.

En el slackline se usa una cuerda plana de nylon o poliéster, atada a un par de puntos fijos, generalmente árboles, que se protegen para evitar cualquier daño en su corteza. No se utiliza ningún objeto que ayude a mantener el equilibrio. La capacidad dinámica del hilo permite efectuar saltos y ágiles movimientos, mientras se cruza de lado a lado.

El Parque Ciudad del Río es uno de los sitios predilectos. Allí se citan, dominicalmente, los slackliners. "Ejercitamos todo el cuerpo, ganamos fuerza en brazos y piernas. Esto es de constancia y creer que se es capaz de lograr lo que se propone", expresa Rafael Matallana.

Descrestan con piruetas. A veces se desploman, pero con una enorme sonrisa regresan a su sitio en el hilo e intentan de nuevo dominar el miedo. Hacen un trato con el equilibrio. Combaten con el viento.

"Si uno llega positivo a la cuerda, alcanza una mejor estabilidad. Este deporte te enseña a tener también esa actitud en la vida diaria. El punto fijo que se debe mirar para lograr mayor concentración, es como esa meta que cada quien busca", asegura Andrés Zapata Ossa, otro de los practicantes.