Histórico

Sombra en la historia Zelaya

03 de julio de 2009

El 25 de junio de 1975, en la hacienda de Manuel Zelaya (padre del actual depuesto presidente de Honduras), uno de los más grandes terratenientes del país y auxiliador del Gobierno golpista del general Juan Alberto Melgar Castro, fueron asesinadas 14 personas que se dirigían a Tegucigalpa a participar en la Marcha del Hambre, demandando adjudicación de tierras.

Entre las víctimas se encontraban dos de nacionalidad colombiana, el sacerdote Iván Betancourt, oriundo de Fredonia y sobrino del maestro Rodrigo Arenas Betancourt, y María Elena Bolívar, una joven de 29 años que viajó a Honduras a conocer al clérigo Betancourt, quien era hermano de su prometido y oficiaría la ceremonia de su matrimonio.

El COLOMBIANO habló con el abogado Luis Alberto Bolívar, hermano de María Elena, quien narró su versión de los hechos.

"La autoría intelectual de la masacre nunca fue explicada por la familia Zelaya, aunque Manuel (padre) fue condenado, después fue favorecido políticamente y puesto en libertad", manifestó Bolívar.

Así mismo dijo que su hermana era una simple turista, que no merecía lo que le pasó.

"Fue violada, torturada y arrojada a un pozo ubicado en la misma hacienda de los Zelaya".

A raíz del dolor que generó en la familia Bolívar la muerte de María Elena, no se hizo una denuncia formal, simplemente se unieron a las familias de las otras víctimas, a la espera de que la justicia hondureña sentenciara a los responsables.

Los hechos
Los activistas campesinos del departamento de Olancho (centro de Honduras) se reunieron en la capital Juticalpa y pasaron la noche en el Centro de Capacitación Santa Clara. El padre Betancourt, que era muy querido y reconocido entre la comunidad, aprovechó la visita de María Elena para presentarle a sus feligreses y le pidió que lo acompañara en la marcha. Lo que para Luis Alberto Bolívar fue una imprudencia, debido a que el sacerdote había recibido varias amenazas.

Al día siguiente, en horas de la mañana, un grupo de estudiantes, dirigido por el profesor Guillermo Ayes Mejía, llegó a exigir el desalojo del edificio.

El educador fue acompañado por agentes del Departamento de Investigación Nacional (DIN) que vestidos de civil entraron al edificio, sacaron violentamente a los que se encontraban adentro y los llevaron a la hacienda Los Horcones, propiedad de los Zelaya. Allí los torturaron y los asesinaron.

Después la investigación concluyó que el teniente Benjamín Plata había sido responsable de dirigir el operativo.

Los cuerpos de las víctimas fueron lanzados a un pozo que después fue dinamitado con el fin de que no quedara rastro de la acción militar.

De la masacre encontraron culpables al mayor José Enrique Chinchilla, el subteniente Benjamín Plata, Manuel Zelaya (padre) y Carlos Bahr, quienes fueron remitidos a la Penitenciaría Central. Sin embargo, salieron libres en 1980 favorecidos por un indulto otorgado por el Gobierno.

Sin embargo, el abogado Bolívar asegura que varios testigos vieron a Manuel Zelaya (hijo) conduciendo uno los vehículos en los que secuestraron a su hermana y sus acompañantes, pero eso nunca se ha podido probar.

La otra cara
Por su parte, el historiador hondureño Rodolfo Pastor, aseguró a este diario que "esa masacre ocurrió en medio de una movilización y una crispación social análoga a la actual y se acusó al padre del actual Presidente de haber al menos consentido los hechos que fueron ejecutados, según todos los testimonios, por militares con armas oficiales encargados de reprimir y revertir la protesta campesina".

El experto indicó también que Zelaya (padre) sí estuvo preso muchos años por esa acusación. "Hay testimonios contradictorios y muchos olanchanos desmienten esa participación. El presidente Manuel Zelaya no cree y ha negado siempre que su padre estuviera involucrado".

Por último, agregó "que la prensa de derecha y la oposición han estado durante meses usando la memoria de este hecho detestable como propaganda en contra del Presidente, precisamente en la coyuntura en que Manuel Zelaya plantea la necesidad de reformas profundas para responder a demandas sociales como la de reforma agraria".