SOS al paro camionero
Los quince días de paro camionero le dejarán una huella imborrable a la economía colombiana en lo que resta del año; disparará el Índice de Precios al Consumidor de agosto y pasará a la historia como una dañina protesta en la que brillaron más las diferencias que los puntos coincidentes sobre los cuales se debe negociar para salir de tan traumático episodio.
Es absolutamente lamentable que no se haya llegado a un arreglo luego de dos semanas largas de paro. Ambas partes han fallado en su estrategia de negociación y las posiciones se han ido radicalizando con el paso de los días sin solución a la vista.
Hoy por hoy, lo que más deben tener en cuenta las partes en disputa es el bien común de todo un país, y no los intereses particulares de quién gana o quién pierde. Hasta ahora estamos perdiendo todos y la economía -sólo en unas pocas semanas- nos pasará la costosa cuenta de cobro de tanta intransigencia.
El Ejecutivo hace bien en no entregar en "bandeja de plata la cabeza" del Ministro de Transporte a los camioneros, como muchos de ellos quieren. La negociación ya entró en la etapa fundamental del desgaste de posiciones, en donde es necesario que las dos partes entiendan con grandeza, que hay un punto de no retorno, y que se debe revisar lo fundamental: normalizar la situación de transporte de carga en el país.
Una vez esto haya sucedido o se haya logrado un acuerdo mínimo, deben ponerse sobre la mesa los puntos de vista discordantes para arrancar a buscar una solución estructural más sólida y duradera. Reiteramos que no se le pueden añadir más costos a la economía y que hay que liberar los fletes de transporte como una salida al conflicto.
Los agremiados a la Asociación Colombiana de Camioneros no deben salir con nuevas peticiones, ni presiones espontáneas, tras pequeños avances en las conversaciones. Hay que revisar las sanciones a las cuales se someten a los transportadores que no renueven el parque automotor una vez se haya normalizado la situación. Ese tipo de revisiones son lentas y comprometen, por lo general, largos y complicados asuntos legales.
Llegó la hora de buscarle al paro un amigable componedor que saque del punto muerto a esta inconveniente disputa. Una personalidad, una comisión, un gremio o una institución que goce de credibilidad y confianza entre las partes y que se comprometa a hacerles seguimiento a los acuerdos, pero que tenga como objetivo normalizar urgentemente la situación.
Lo que ha sucedido esta primera quincena de agosto nos lleva a pensar, también, en la urgencia de implementar alternativas sólidas de transporte de carga en el país. Hay que desarrollar trenes, barcos y demás formas multimodales que no frenen ni distorsionen los mercados.
El paro camionero es crónico en nuestra economía y es siempre una triste debilidad en un momento en el que debemos brillar por ser competitivos en un concierto internacional signado por los tratados de libre comercio.
Entre paros de camioneros y mal estado de las vías no debe seguir transcurriendo nuestro devenir económico.