"Soy feliz, vivo tranquilo"
Feliz de volver a su paraíso, donde encontró solaz y paz, Óscar Tulio Lizcano llegó a Necoclí en compañía de su familia para revivir esa conexión especial que desde hace 15 años encontró en estas bellas y fértiles tierras en Urabá.
Después de un año dedicado a viajar, a dictar charlas y conferencias, y a escribir columnas de opinión en varios diarios, entre ellos EL COLOMBIANO y otro mexicano, anticipa que el nuevo año será para seguir compartiendo y disfrutando la vida con su familia, y para dar rienda suelta a una de sus pasiones: escribir.
Lo quiere hacer a su ritmo, sin imposiciones horarias, "porque ya viví la tiranía de los horarios impuestos en la selva". Por eso le saca el cuerpo a la docencia, algo que también le gusta mucho, porque siente que ya no está para marcar tarjeta.
Igualmente seguirá dedicado a la lectura, otra "sana" costumbre que siempre ha tenido y que tantas enseñanzas le ha dejado.
Al hablar recuerda con frecuencia diversos autores que le han dejado profunda huella, como Homero en La Ilíada, cuando afirma que "la vida está por encima de cualquier pieza guardada"; o Ling Yutang, quien con su obra Una hoja en la Tormenta, le maravilló cuando afirmó que "uno puede olvidar el odio pero no el desprecio".
Y esto sí que lo aprendió Oscar Tulio: su alma no alberga odios y en cambio sí mucho perdón. "Vivo tranquilo y cada mañana al despertar le doy gracias a Dios. Soy consciente de que seguir con odios es seguir encadenado, mentalmente, a la selva".
Aclara que tampoco se va al otro extremo del Síndrome de Estocolmo y mucho menos que ha olvidado lo vivido durante su secuestro.
"A uno no se le olvida. Lo que pasa es que comprendí lo que pasó y cuando uno lo entiende perdona. Con mucha frecuencia regreso al pasado, pero nunca con apasionamientos ni odios".
Pero así como aprendió a dominar el odio, no pudo hacerlo con el desprecio. "Lo más deshumanizante es la falta de contacto humano. A mí me tenían aislado y era un objeto ahí, una mierda para los comandantes. La indiferencia es algo muy duro".
A pesar de que renunció a la política -"me desintoxiqué de todas las esperanzas terrenales, como decía Nietezche"-, este tema le desvela y mucho: su hijo Mauricio, quien actualmente ocupa una curul en la Cámara de Representantes está aspirando al Senado.
"Él es del Partido de la U y sé que es un objetivo militar al igual que yo. Recuerda que yo me les volé y en mi libro saqué a la luz muchas de las atrocidades que ellos han cometido", dice con voz pausada y preocupada.
Recuerda también cómo su otro hijo, Juan Carlos, fue secuestrado por el Epl durante tres meses y se horroriza de pensar en que cualquiera de sus seres queridos pase por esta pesadilla. Por eso no le gusta el tema, aunque respeta y apoya a su hijo como siempre lo ha hecho con ambos, desde que nacieron.
Y es que si algo tiene claro Oscar Tulio Lizcano es que su Barquerita y sus hijos son sus más grandes tesoros.